el polvorín de oriente medio
Tambores de guerra turcos contra kurdistán
Mientras Turquía informa una y otra vez de bombardeos contra posiciones kurdas al otro lado de la frontera turco-iraquí, los posibles escenarios en caso de que cumpla su amenaza de incursión en toda regla son problemáticos para sus principales protagonistas.
Dabid LAZKANOITURBURU
Medios de comunicación turcos informaron ayer de que el Ejército lleva desde el sábado pasado -un día antes de la emboscada mortal del PKK en Hakkari- bombardeando diariamente objetivos de la guerrilla kurda, a un lado y a otro de la frontera turco-iraquí, y alardearon de que 8.000 soldados habrían penetrado ya unos 50 kilómetros en territorio de Kurdistán Sur bajo cobertura de fuego aéreo.
El Gobierno turco del islamista AKP matizó que no se trataría de la anunciada ofensiva a gran escala sino de operaciones puntuales de castigo. Operativos que contarían con la promesa por parte de la Casa Blanca de suministrar a su aliado turco «información sensible» sobre el sur de Kurdistán. Eso sí, la Administración Bush anunció que no participará en una ofensiva contra el PKK.
Regla de oro en todos los conflictos armados, Turquía y guerrilla protagonizan una guerra de propaganda paralela. Mientras el PKK ha hecho públicas imágenes de los ocho soldados capturados en la emboscada, Ankara blande a todas horas la amenaza de una guerra total, que consistiría en bombardeos masivos e incursión terrestre.
Un esbozo de posibles escenarios en caso de que la amenaza se hiciera realidad augura una situación como poco complicada para casi todos los actores en esta crisis.
El PKK en su retaguardia
La asimetría entre las dos fuerzas descarta, obviamente, una respuesta de la guerrilla del PKK: Entre 3.500 y 5.00 combatientes en las montañas -lejos de los 30.000 con que contó en las décadas de los ochenta y noventa- y un armamento antiaéreo de pequeño calibre, escaso u obsoleto. Enfrente, el segundo mayor Ejército en efectivos de la OTAN (un millón, incluidos reservistas), dotado con cazas F-16 y helicópteros Cobra, Blackhawk y Eurocopter.
Los analistas coligen que el PKK se diluiría como un azucarillo entre la población kurda pero advierten de que podría tratar de implicar a Turquía en una lenta guerra de desgaste. Y es que el Ejército turco tiene sus propios Talones de Aquiles, entre ellos un gran porcentaje de soldados de reemplazo y gran escasez de blindados ligeros. Por contra, el PKK tiene una experiencia de lustros en la guerra de guerrillas, a la que beneficia el terreno montañoso, y no falta quien apunta a que ha aprendido del ejemplo de la resistencia iraquí, con sus ataques con explosivos o con pequeños comandos.
la mejor defensa, un buen ataque
El PKK podría, asimismo, recrudecer la campaña armada en su habitual escenario de Kurdistán Norte, ocupada por Turquía. Murat Karayilan, dirigente de la guerrilla, ha advertido que «la sociedad kurda respondería intensificando la rebelión en todos los ámbitos» y evocó posibles ataques contra oleoductos que alimentan a Turquía. El PKK amenazó con considerar objetivo militar al AKP, partido en el poder en Ankara, al que no dudó en calificar de «partido de guerra».
El Ejército turco aprovecharía la situación para llevar a cabo una «operación de limpieza» contra la población kurda similar a las que realizó a finales del siglo XX y en las que arrasó miles de aldeas kurdas.
La respuesta de los peshmergas
Literalmente «los que van a morir» en lengua kurda, los peshmergas han adquirido fama de avezados combatientes de las montañas en sus luchas contra el imperio británico y los ocupantes iraquíes. Su pasado aparece asimismo manchado por luchas internas entre clanes kurdos, luchas alimentadas y manipuladas por los gobiernos vecinos, desde Turquía a Irán, pasando por Siria.
El general turco en retiro Haldun Solmaztürk, veterano en anteriores incursiones en Kurdistán Sur, augura que, pese a sus declaraciones, «los kurdos de Irak comprenden y tolerarán una operación militar quirúrgica de escasa amplitud y corta duración».
No han dicho lo mismo comandantes de los peshmergas, una fuerza de 100.000 efectivos y 2.000 blindados, que han advertido de que responderán a cualquier ataque. Mientras tanto, siguen haciendo funciones de guardafrontera y permiten a los guerrilleros del PKK transitar con tranquilidad.
La mayor crisis del Gobierno del AKP
Tres meses después de su histórico triunfo en las elecciones de julio, el Gobierno del islamista Recep Tayip Erdogan vive su crisis política más grave desde que el AKP alcanzó el poder en 2002. El todopoderoso Ejército y la oposición kemalista y ultraderechista le están haciendo la tijera y no quieren darle tiempo para negociar con EEUU.
La última emboscada del PKK habría reducido más su margen de maniobra -las manifestaciones se sucedían ayer por tercer día consecutivo en ciudades y pueblos turcos-.
El AKP no quiere una intervención militar en toda regla por distintas razones. Por un lado, recela de la internacionalización de la cuestión kurda. Por otro, teme perder el importante apoyo electoral entre la población kurda, que blindó a la postre su victoria.
La población civil acabará pagando
Georgis Hamon Chlemo, un cristiano que huyó de Bagdad, encontró refugio en la aldea de sus ancestros kurdos, en Enichke, a 20 kilómetros de la frontera. Siente que la guerra le persigue después de que estos días cayeran cerca de su casa seis obuses de la artillería turca. Pero Georgis asegura que esta vez no huirá ya que aquí vive en paz y puede practicar su religión.
«Pero los turcos vendrán, estoy seguro», asegura a su lado un vecino, para acabar con el único reducto de relativa paz tras la desastrosa invasión de Irak. Una guerra en Kurdistán Sur sería un trágico colofón de la sangrienta ocupación. Una guinda de sangre.
El Gobierno de Kurdistán Sur, presidido por el guerrillero Barzani, instó al PKK a renunciar a la lucha armada. Ankara aseguró que otro líder de la resistencia kurda, el actual presidente de Irak, Talabani, se comprometió a entregarle a guerrilleros.
Los fabricantes de insignias aseguran que han vendido en los últimos días más de 15 millones de banderas turcas. En una muestra menos multitudinaria de patriotismo, 4.200 turcos han intentado alistarse en el Ejército voluntariamente.
Una coalición de grupos resistentes, el Frente Reforma y Yihad, ha pedido a Turquía que no cumpla su amenaza y ha recordado que entre las víctimas habría «civiles kurdos inocentes». Alerta de sus consecuencias en la unidad de los sunitas en Irak.
Nuestro chófer nos deja en una pista forestal donde nos esperan dos combatientes que nos escoltan a pie en un trayecto de dos horas hasta el campo. Realmente se trata de decenas de campamentos diseminados y ocultos bajo la floresta y el camuflaje. El campo alberga a 700 guerrilleros y se levanta y traslada una vez al mes para evitar al enemigo. Siempre en el interior de las montañas.
Estamos en el reino del HPG, el brazo armado del PKK. Aquí, el retrato de Abdullah Ocalan, líder kurdo prisionero de Turquía desde 1999 en la isla-prisión de Imrali, se ve por todas partes. «Si los turcos le hicieran algo en la cárcel, cada combatiente kurdo se convertiría en una bomba humana», advierte Dogan, quien entró a combatir en la guerrilla hace 17 años. «Todo combatiente está dispuesto a cualquier sacrificio con tal de conseguir que se garanticen los derechos democráticos de los kurdos», añade su camarada Zagros.
Destaca la fuerte presencia de mujeres, alrededor de la mitad de efectivos en el campo. «Cuando tienes un objetivo, y el mío es la libertad para mi pueblo, una no piensa en nada más», asegura Asia, que tomó las armas hace cinco años.
Los cursos de educación política son diarios. A las 7 de la mañana, los combatientes se reúnen en una cueva, donde debaten los últimos acontecimientos en torno a la causa kurda, comentan la actualidad internacional y, en su caso, leen el último mensaje de Ocalan. Pero no olvidan el entrenamiento militar. Nunca se separan de su kalashnikov y muestran, además de fusiles-ametralladoras, escaso y vetusto armamento pesado con el que aseguran haber abatido helicópteros turcos. Lo que no falta a estos cientos de combatientes es determinación e insisten en que no temen a nadie y están dispuestos a morir por su causa.