Cuando solamente se daban en televisión, este tipo de documentales sobre la naturaleza eran los preferidos, según las encuestas sobre los programas más vistos, aunque siempre se ha dudado de la veracidad de las respuestas emitidas por los consultados en tales muestreos. Ahora han llegado a la gran pantalla con honores de gran estreno comercial, dada la alta calidad técnica de unas producciones ciertamente espectaculares. Toda la experiencia de las series televisivas de la BBC está volcada en «Tierra», que es una prolongación de la genéricamente titulada «Planet Earth». Los responsables que figuran al frente de ella son los mismos que se encargaron de «Deep Blue», aquella odisea sobre la fauna marina que tanta admiración suscitó entre los amantes de la oceanografía. Esta vez las cámaras del nutrido equipo se mueven por tierra, mar y aire, con tal de recoger la valiosa biodiversidad del mundo animal, en un mensaje implícito para su preservación.

Las consecuencias del cambio climático están ahí, en la medida en que obligan a las especies a cambiar sus hábitos de supervivencia, por lo que el documental no necesita transmitir un mensaje tan explícito como el contenido en «Una verdad incómoda». La película comienza en el Ártico con una familia de osos polares, pero sus pisadas cada vez son más inseguras porque la capa de hielo es ya demasiado fina y el deshielo amenaza su subsistencia.

A partir de esas imágenes llamativas se suceden otras que muestran a otras madres y sus crías en distintos lugares, ya sea una elefanta del desierto del Kalahari o una ballena jorobada que nada miles de millas marinas en búsqueda de alimento. En total hay doscientas localizaciones repartidas entre 26 países de todo el mundo, lo que supuso cinco años de intenso rodaje para captar escenas únicas y espectaculares, algunas totalmente inéditas.