Calatrava, que demandó al Ayuntamiento de Bilbo por la conexión entre su puente sobre la ría y una pasarela que enlaza con una urbanización diseñada por Arata Isozaki, exige al Consistorio que se restituya la integridad de su obra o bien que se le pague una indemnización de tres millones de euros.

En el juicio que se celebró ayer en el TSJPV, los autores de los informes periciales presentados por la defensa del Ayuntamiento y las dos empresas que realizaron la pasarela coincidieron en destacar la necesidad y la utilidad pública de ambos elementos, que además aparecen «absolutamente diferenciados».

El arquitecto y catedrático de la Universidad de Sevilla Enrique Carvajal aseguró que Calatrava diseñó su obra como «una estructura cerrada, concebida desde el aislacionismo», cuyo equilibrio reside en su simetría y, por tanto, «él sólo se puso una zancadilla», ya que, si con su mismo estilo arquitectónico hubiera diseñado la pasarela, habría roto esa simetría.

Según Carvajal fue una decisión acertada encargar el proyecto a otro arquitecto, que hizo una intervención «de gran delicadeza hacia la obra que ya existía, con un diseño discreto y humilde». Por ello, «se aprecian perfectamente cada una de las dos entidades», el puente, construido con cemento blanco y muy liviano, y la pasarela, que es más sobria y gris, hecha en materiales y elementos constructivos totalmente diferentes de los empleados por Calatrava.

Restó importancia al hecho de que al colocar la prolongación del puente hacia la zona urbanizada se haya eliminado parte de la barandilla que, según la abogada del demandante, es un elemento singular y emblemático de la obra. Para Carvajal, «es sólo una de tantas barandillas marineras de las que hay por el mundo». Concluyó que «el puente de Calatrava ha ganado con la obra de Isozaki», ya que las enormes torres edificadas por el japonés junto a esa estructura se convierten «en dos hitos de entrada que la conectan con el centro de la ciudad».

En similares términos se manifestaron el resto de arquitectos que pasaron ante el juez de lo Mercantil.

Por su parte, dos colaboradores del estudio de Calatrava lamentaron que, si el Ayuntamiento consideraba necesaria esa pasarela o cualquier otra reforma que afectara al puente, se la debía haber encargado al mismo autor. Uno de los técnicos llegó a asegurar que el puente «está peor ahora, con esa pasarela que parece un pegote».