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CRÍTICA

Tres por uno

Mikel INSAUSTI

El primer largometraje de Nacho Vigalondo trasmite la sensación de que sigue todavía anclado en el corto, porque en «Los cronocrímenes» solamente hay un relato que da para media hora, y tal vez por eso lo repite tres veces hasta completar la hora y media de rigor, cambiando levemente la perspectiva del protagonista, quien también se triplica. La excusa argumental para el reiterativo planteamiento es simple y llanamente que ese personaje encarnado por Karra Elejalde queda atrapado en un bucle temporal.

Todo suena a socorrida versión de «Atrapado en el tiempo», la genial comedia de Harold Ramis sobre la celebración del día de la marmota. La supuesta originalidad de «Los cronocrímenes» reside en ese aire infantiloide que imprime a su cine Vigalondo, y que funcionaba muy bien en el formato reducido de «Choque», del que recupera a Bárbara Goenaga, la actriz más atractiva y brillante de su generación. La influencia de la memoria de la niñez poblada de programas televisivos vuelve a asomar a través de un cienticismo de tebeo, con unos decorados que parecen sacados de «Los chiripitifláuticos». Vigolando se reserva una versión doméstica del «mad doctor» o científico loco.

 
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