Una acción humanitaria, contracorriente, incómoda; una acción en medio de la parálisis
Las Naciones Unidas y sus agencias, entre ellas ACNUR, han venido remarcando en sucesivos informes la grave situación humanitaria en Darfur. Lo llevan haciendo cada año desde 2003, pero la primera misión a la que se supone alguna virtualidad para devolver la seguridad a los habitantes de la región sudanesa asolada por una guerra que ha causado más de 200.000 muertos y dos millones de refugiados no se desplegará hasta 2008, es decir, con cinco años de retraso. La asociación francesa Arche de Zoé ha intentado llevar a cabo una acción que ponga a Europa ante la contradicción flagrante que implica denunciar las masacres en Africa y perseverar en una política de indolencia que tiene más que ver con la encrucijada de intereses económicos que es hoy Sudán que con el pretendido respeto a la soberanía de los estados al que se alude y que tan flagrantemente se ha vulnerado en Irak, Afganistán, antes en Somalia... La evacuación humanitaria de 103 niños de Darfur no encubre ni redes de adopción ilegal ni una sórdida operación de tráfico de menores. Quería ser un grito ante tanto silencio. Es legítimo cuestionar su conveniencia, pero no ensuciar sus objetivos.