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Uharte, un centro de arte entre las aguas

Iñaki ARZOZ ARTISTA

El recién inaugurado Centro de Arte Contemporáneo de Uharte es como la misma villa que lo acoge, una isla entre aguas procelosas. Una isla de arte contemporáneo o una plataforma fluvial necesitada de buenas anclas. El proyecto del Centro de Arte Contemporáneo fue un insólito fruto localista del `efecto Guggenheim'. Pero Uharte no es Bilbao, ni falta que le hace, y este centro de arte ha acabado formando parte, tardíamente, de esa tendencia de centros vascos de segunda generación, como KREA o Tabacalera, en una comunidad que no posee uno de la primera. El Centro de Arte, después de varias revisiones del proyecto arquitectónico inicial, tuvo un controvertido concurso público -con zonas oscuras, que acaso algún día se aclaren- del que salió ganador el proyecto presentado por Enrique Ordóñez. Tras una electoralista presentación previa en el mes de abril -forzada por la anterior Corporación-, se inaugura formalmente con otro ayuntamiento, respaldado por Nafarroa Bai, ANV y Zubiarte (agrupación local). La situación ha cambiado, pero el problema de fondo no: la financiación comprometida por el pliego de condiciones, gravosa para Uharte, para un centro de arte que todavía no tiene una línea de sponsors consolidada ni, de momento, el apoyo del Gobierno de Navarra, que juega a una calculada ambigüedad.

Este centro de arte no es precisamente el WÜRTH, un nuevo museo de arte contemporáneo en La Rioja; financiado por el `rey del tornillo' alemán -un coleccionista multimillonario con 3 museos a sus espaldas- situado en un polígono industrial y gratuito. El centro de arte necesita recursos para desarrollarse y una expectativa de rentabilidad, si no económica, sí al menos social y cultural.

Para los que no conozcan el contexto artístico navarro, una vez más bajo la batuta de UPN, (entre la penuria y la mezquindad), el proceso del Centro de Arte les parecerá un culebrón enrevesado y absurdo (para intentar entenderlo, ver: www.politikak.org). Aparentemente, todos debiéramos dar saltos de alegría por la buena nueva: ¡el arte contemporáneo por fin llega a Nafarroa! Sin embargo, el asunto pinta más complejo; a los serios problemas locales -de dineros y de modelo cultural- se le añade justamente la oportunidad o el oportunismo de esta nueva pieza en las precarias infraestructuras culturales de Nafarroa. Al parecer nadie, ni el Gobierno ni el Sr. Ordóñez, quieren que el Centro de Arte se convierta en el Centro Navarro de Arte Contemporáneo -tantas veces demandado como profetizado, ahora en el solar de Autobuses de Iruñea- pero la realidad es que simula una atractiva (pero imperfecta) sustitución.

Uharte, estrena su flamante Centro de Arte Contemporáneo -un hermético contenedor negro- pero no dispone de una casa de cultura en condiciones. Y Nafarroa asiste expectante al comienzo de su primera temporada, repartida entre sugerentes aportaciones internacionales y apuestas por el arte joven navarro, pero puede acabar convirtiéndose en un aislado escaparate para artistas hambrientos o de rarezas para los uhartearras. Y lo que Nafarroa necesita es una verdadera política en torno al arte contemporáneo y Uharte, una vía sostenible para este proyecto y para su vida cultural.

Entre tanto las aguas bajan agitadas hacia el Centro de Arte Contemporáeno; los concejales agitan los presupuestos, los artistas agitan sus currículums, los críticos de arte agitamos los contenidos, y el Sr. Ordóñez se agita intentando controlar con pulso firme el barco recién botado; todo se agita en este cóctel de audacia e improvisación aldeana, arte y negocio posmoderno, quizá ante una tormenta en un vaso de agua. En cualquier caso, esperamos que el Centro de Arte de Uharte no vaya a la deriva y encuentre su propio rumbo y, si finalmente naufraga, que los raqueros locales le saquen buen provecho.

 

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