Dicen que un tren de alta velocidad va a atravesar los montes de mi pueblo. Dicen que se trata de una infraestructura vital para el desarrollo de la comarca y del país en general. Entre Ordizia e Itsasondo se va a construir un tramo de 2,8 kilómetros (dos kilómetros y medio bajo tierra) para que un tren de pasajeros pueda circular a una velocidad máxima de 250 kilómetros por hora. El presupuesto base para este pequeño tramo es de 60 millones de euros.

Está previsto que a principios del próximo año se inicien las obras y, mientras tanto, los políticos pretenden acordar medidas que permitan minimizar su impacto medioambiental. Los demócratas de toda la vida han decidido, adjudicado y acometido las obras sin consultar a los vecinos afectados, ni al resto de la comunidad. Unos funcionarios embrutecidos quieren hacer negocio sin contar con la opinión de la sociedad. Van a invertir tiempo, dinero y policía para llenar sus bolsillos y reprimir las protestas contra semejante barbaridad.

Vamos a parar el Tren de Alta Velocidad. Pero primero vamos a detener la arrogancia y el cinismo de unos dirigentes políticos que se creen dueños de la tierra. Vamos a pararlos hasta que nos consulten sobre un proyecto vital para las personas y los pueblos; hasta que podamos elegir entre las diferentes alternativas que se quieran presentar: vamos a informar, debatir y preguntar. En mi pueblo la tierra es un bien escaso, como el nivel democrático de esos políticos que dicen representar la voluntad popular.