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A Josu Jon Imaz le sale un dirigente jeltzale respondón

Un escrito al que ha tenido acceso este diario y que está firmado por un conocido dirigente del PNV, contesta y matiza algunas de las claves ideológicas que el todavía presidente del EBB, Josu Jon Imaz, ha desarrollado en sus últimos escritos y conferencias.

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Iñaki IRIONDO

Una de las intervenciones que ha marcado la trayectoria de Josu Jon Imaz fue el conocido como «Discurso de San Ignacio», pronunciado el día 31 de julio de 2005, en el 110 aniversario del PNV. En él expuso que «frente a la opción dependencia/independencia, frente a una idea de estado-nación propia del siglo XIX, apostamos claramente por ser una nación abierta al mundo en el siglo XXI, por la interdependencia en Europa, por la soberanía compartida con España, Francia y Europa».

En un escrito al que ha tenido acceso este diario, un conocido dirigente del PNV defiende los procesos de independencia que se han dado en Europa no en el siglo XIX, sino a partir de 1990, fecha en la que, en virtud del derecho de autodeterminación, se produce la reunificación de Alemania. «A partir de ese momento, el derecho de autodeterminación no puede ya ser negado. Lituania, Letonia y Estonia son el siguiente eslabón en la voluntad de los pueblos a elegir su futuro». Después recuerda que «Eslovenia y Croacia alcanzan su independencia en aplicación del mismo principio» y pone también el ejemplo de la separación de Checoslovaquia. Y añade con contundencia que, tras estos casos, «quedaba la cantinela de los que seguían diciendo que estos procesos pertenecían a sociedades no avanzadas desde el punto de vista económico. Québec, con su referéndum, abre la vía para los pueblos del mundo más desarrollado».

Una de las constantes en los últimos artículos y discursos de Josu Jon Imaz ha sido la defensa de la necesidad de evitar la confrontación con el Estado, la imposibilidad de hacer nada sin su aval. El pasado 25 de agosto, en su artículo «Radicalidad frente a pragmatismo. La paradoja vasca», escribía que «más allá de discursos teóricos está la práctica. Si no hay mayoría transversal, por tanto, sin acuerdos que a su vez tengan su correspondencia en el Estado... ¿Cómo avanza el señor Azkarraga en nuestro autogobierno a través de eso que él llama la confrontación con el Estado? ¿Quiere explicar a sus electores qué supone eso en la práctica? ¿Cómo se va a ejecutar, qué estrategias se van a seguir, qué acciones de desobediencia incluyen estas estrategias y qué posibilidades efectivas de adhesión social y de alcanzar mayores cotas de autogobierno tiene su ruta?».

El burukide cuyo escrito reproducimos parece tener una respuesta a estas preguntas. Vuelve al caso de Estonia, Letonia y Lituania y recuerda que sus procesos de autodeterminación se hicieron con «el riesgo real» que suponía «la presencia de las tropas de la Unión Soviética». «Sin embargo, ya no había marcha atrás. En la era de la información, el coste de las imágenes de los tanques rusos ahogando el ansia de libertad de un pueblo europeo hubiera sido excesivamente caro». Sin recurrir a ejemplos tan radicales, comenta también que «la Constitución canadiense no recoge este derecho para Québec» y, pese a ello, el dirigente del PNV deja constancia de que si en el referéndum la población hubiera optado por la separación de Canadá, «el mundo civilizado hubiera reconocido a Québec como estado soberano. Sin importarle a nadie lo que dijese la Constitución canadiense».

«Participación directa en la UE»

En su intervención en el Fórum Deusto, el 10 de mayo de 2006, Josu Jon Imaz defendía que «en una sociedad y economía globalizadas, el ser grande ya no es una ventaja. Ahora que el dinero y la información se han convertido en trasnacionales, las unidades pequeñas pueden ser económicamente viables», y recogía los ejemplos de Lombardía, Saboya u Osaka y Kansai. Añadía que esto es «lo que lleva a algunos analistas como Kenichi Ohmae a formular el concepto de `zona económica natural' para entornos con ciertas características específicas».

Aun estando de acuerdo con esto, el escrito del dirigente del PNV al que ha tenido acceso este diario va más lejos. Para apoyarse en Kenichi Ohmae -al que presenta como «quizá el consultor empresarial más prestigioso del mundo»- elige otra cita en la que el japonés sostiene que «la argamasa que aseguraba la coherencia de los estados-nación tradicionales, por lo menos sobre el plano económico, ha comenzado a desmoronarse». Y siguiendo la misma reflexión que le presidente de EBB en el Fórum Deusto, da un paso más y concluye sin tapujos que «un pueblo como el vasco puede incluso optar a participar directamente en el entramado de una de estas grandes áreas [UE]. Como unidad propia. Las barreras políticas ya no existen. Las económicas, tampoco».

Por último, se recuerda el artículo «No imponer, no impedir», del 15 de julio, en el que Josu Jon Imaz asegura que «una consulta ciudadana planteada como un escenario de acumulación de fuerzas para una confrontación política» es «contrario al espíritu y la letra de la posición del PNV» y «puede ser el plan b de ETA», porque si el Estado no aceptara su resultado, «no hace falta ser adivino para imaginar a ETA matando en nombre de la defensa de una presunta voluntad popular no atendida». Por contra, en el escrito del dirigente del PNV se sostiene que el derecho de autodeterminación puede ejercerse aunque no haya reconocimiento explícito del Estado, porque «los vascos somos los únicos deposi- tarios de ese derecho».

El escrito al que ha tenido acceso este diario fue publicado en «Deia» el 13 de enero de 1997. Su firmante es el entonces europarlamentario del PNV, Josu Jon Imaz.

 

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