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CRíTICA rock

Así suena la bella imperfección del rock creado en el siglo XXI

Anartz BILBAO

El once, y no el veintiséis, era el día que la militante parroquia del rock and roll actual llevaba marcado en rojo para disfrutar de una banda que volvía tras dejar nuestra mente en blanco aquellas mágicas noches del Azkena Rock del 2005. Dicen que Wilco abrevia «We´ll accomplished/Nosotros cumpliremos». Vaya que sí.

Formados en los 90 en Chicago, tras el divorcio artístico de Jeff Tweedy y Jay Farrar en Uncle Tupelo, Wilco se presentó en sociedad con el discreto «A.M.», para concitar el interés de los aficionados que compran discos, leen prensa especializada y da vida a los directos con el doble «Being There». Consolidado como reputado compositor, la imaginación y el talento de Tweedy no paró de crecer con «Summerteeh», para volar con la dificil y sorprendente «Yankee Hotel Foxtrot» y un «A Ghost is Born» lleno de matices y brillos. El documental «I´m Trying to Break your Heart» da buena cuenta de ello.

La gira presentaba en directo el reciente «Sky Blue Sky», obra quizás menos arriesgada y más lineal que las predecesoras.

Demasiado arriesgada para para ser country, demasiado robusta para ser pop y demasiado preciosista para ser rock, Wilco lleva camino de convertirse en banda de culto, acostumbrada, como acertadamente escribió Pedro Elías Igartua en Zazpika, «a ofrecer lo que no se espera y a salirse con la suya». Quizás ello originó críticas negativas con la reciente «Sky Blue Sky» (Nonesuch, 2007), disco sin tensión de la que algún crítico ha llegado a decir que «acabará sonando en las consultas de dentista». Más aún cuando la banda se encuentra actualmente en un demoledor momento de forma y no presenta rival en el firmamento rock, como atestigua el disco en directo «Kicking TV».

Domingo noche, tensión en el Euskalduna. Un sobrio y discreto sexteto inflama una sonora ovación. Comandados por el sombrero de Jeff Tweddy, el soberbio baterista Glenn Kotche, el bajista John Stirrat, el teclista Mikel Jorgensen, el multinstrumentista Pat Sansone y el enérgico guitarrista Nels Cline saltan a escena, tras la plácida media hora de los getxotarras Smile.

La evasión comenzó, como el resto de la gira, con la delicada y acústica «Sunken Treasure» para tornarse eléctrica con «You Are My Face». A ratos con tres guitarras ¯Tweeddy utilizó media docena: acústica, blanca, rojinegra, blanquinegra, naranja... y un arsenal de pedales-, a ratos con dos teclados o con steel guitar, los temas se sucedían sin truco ni cartón, fabulosamente acompañados por el juego de luces. «I´m trying to break your heart» nos hizo sentir la belleza del caos y de la imperfección, marca de la casa. Antes de saludar y alabar la ciudad a mitad de actuación, intercalaron temas del nuevo álbum, como «Side With the Seeds», la enérgica «Shake It Off» o la maravillosa «Impossible Germany», momento estelar con las guitarras dialogando como si de Verlaine vs. Lloyd se tratara. Con el público extasiado, el set se cerró con «Hummingbird».

El bis comienza con otra maravilla, la tormenta de «California Star» en la que Jeff Tweedy sigue adelante sin paraguas mientras la banda se vuelve loca. La catarsis llega con la explosiva «Spiders». Para entonces, inexplicablemente, no puedo parar de reir. Aquí y ahora... ¿la mejor banda de rock & roll?

Esperemos sentados (no sea que los guardias jurado del Euskalduna nos retengan), a ver quién recoge el hórdago lanzado por los chicos de Chicago.

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