El Vaticano, Arrupe y el Proceso de Burgos
Juan Mari Arregi Portavoz en el Vaticano de la delegación de familiares de los procesados en Burgos
Estos días se cumple el centenario del nacimiento del Padre Arrupe (Bilbo, 14 noviembre 1907), quien fuera en su tiempo máximo responsable de la Compañía de Jesús o, lo que es lo mismo, de los jesuitas de todo el mundo. No sé cuál ha sido en su vida la actitud general y concreta que adoptó ante el llamado «problema vasco». Lo que uno sí sabe, por ser testigo privilegiado, es lo que el P. Arrupe -se le conocía como el «Papa negro» por su poderío y por vestir de negro frente al Papa, que vestía de blanco- hizo en Roma ante una delegación de familiares de presos políticos vascos con motivo del histórico proceso de Burgos, en 1970, y lo que el Papa «blanco» hizo ante esa misma delegación. Considero que, en su reconocimiento agradecido, merece la pena que la opinión pública lo conozca.
Una delegación de familiares de presos políticos procesados en el histórico sumario decidió meses antes de la apertura de la vista oral trasladarse a Roma con un objetivo fundamental: estar con el Papa, entonces Pablo VI, y presentarle un informe con el testimonio de las torturas de los presos políticos, con fotos incluidas y por cuyas declaraciones iban a ser condenados a muerte y a largas penas de cárcel, y reclamar la intervención de la Iglesia ante la violación de sus derechos humanos. Para organizar aquel viaje, recabaron mi colaboración. Estaba exilado e implicado en aquel mismo sumario, aunque «en rebeldía»... Pese a mi negativa inicial por entender inútil hacer nada ante el Vaticano, donde uno ya había tenido una amarga experiencia dos años antes como uno de los portavoces de los sacerdotes ocupantes del Seminario de Derio (Noviembre 1968), finalmente accedí al deseo de los familiares. Entre ellos estaban las madres de Mario Onaindia, Teo Uriarte y Jon Etxabe, las hermanas de Jokin Gorostidi y Julen Kalzada, etc.
Tras diversas gestiones, el Papa no recibió a la delegación vasca. Únicamente quien escribe este comentario, como portavoz, y un familiar fuimos recibidos en la Secretaría de Estado por el cardenal Benelli. Éste alegó que el Papa estaba muy ocupado y no podía recibir a la delegación, si bien aseguró que haría lo que estuviera en su mano ante el proceso de Burgos y accedió a que se le entregara el informe sobre las torturas sufridas por los presos políticos vascos. Al conocer la actitud del Vaticano, la frustración de la delegación vasca fue total.
Así las cosas, realizamos otras gestiones para entrevistarnos con el General de los Jesuitas, entonces el P. Arrupe. La delegación fue recibida en la residencia general de los Jesuitas en Roma por el propio jesuita vasco. Éste saludó personalmente una a una a cada una de las familiares y les escuchó largamente. Se le entregó el mismo informe que se quiso entregar en persona a Pablo VI y que quedó en el Vaticano. Arrupe se comprometió ante esta delegación a hacer de su parte lo que fuera posible, antes de que se iniciara el proceso de Burgos. Antes de despedirnos, me dio un abrazo, como portavoz de la delegación, que hizo extensivo al resto de familiares. Me consta que aquel informe entregado al «Papa negro» no quedó en el cajón del olvido.
Tras esta visita, la frustración inicial de la delegación vasca con el «portazo» del Vaticano se aminoró. Y pasó a cierta «alegría» al rechazar los rosarios que «en nombre del Papa» trataba de entregarles un cardenal cuando estaban ya preparadas para viajar de vuelta a casa. «Al menos, podremos decirles a nuestros hijos y hermanos que, con este rechazo, no nos hemos dejado engañar por el Vaticano, porque no hemos venido a Roma a pedir rosarios», decían, orgullosas, aquellas madres y hermanas. Tras dar a conocer los hechos a la prensa internacional en Roma, el Vaticano intentó lavarse la cara diciendo, descaradamente, en un comunicado oficial, que «no había recibido a la delegación vasca porque habían pretendido reclamar del Papa su apoyo a la independencia del Pueblo Vasco, algo en lo que la Iglesia no puede entrar». La entrevista concedida por el P. Arrupe a esa misma delegación lo desmentía. Los órganos oficiales, ``L'Observatore Romano'' y Radio Vaticano, se negaron a rectificar y a recibir a quien, también ante la prensa, hizo de portavoz de la delegación.
Tras dictarse la sentencia de muerte de algunos de los procesados, el «Papa blanco» se limitó a pedir «clemencia». El P. Arrupe utilizó ante el mismísimo dictador Franco, durante una larga audiencia en Madrid y antes de aquel «juicio farsa», aquel informe de torturas entregado por la delegación vasca en defensa de los procesados. ¡A cada uno lo suyo!