La Knesset (Parlamento israelí) aprobó ayer un proyecto de ley que exige que cualquier eventual compromiso sobre Jerusalén con los palestinos sea aprobada por una mayoría de 80 diputados de los 120 que componen esta cámara. De este modo, los parlamentarios israelíes han dejado claro que no reconocerán cualquier acuerdo sobre un estado palestino con capital en Jerusalén que se alcance en la cumbre que ha convocado George W. Bush en Annapolis.

La capitalidad de Jerusalén es una de las claves para alcanzar una solución al conflicto que vive Palestina, junto al derecho al retorno de los refugiados.

Israel, por su parte, al margen de la legalidad internacional declaró a Jerusalén como su capital «eterna e indivisible» en 1980, tras conquistar y ocupar por las armas esta ciudad en 1967.

El proyecto de ley fue presentado por el diputado del Likud Gideon Saar y fue aprobado por 54 votos a favor y 24 en contra. Para que esta norma entre en vigor tiene que superar todavía tres votaciones en la Knesset.

Actualmente, cualquier modificación del estatus de Jerusalén requería una mayoría absoluta, es decir, el voto de 61 parlamentarios.

Tras la votación, el diputado árabe en la Knesset Mohammad Barakeh acusó al Gobierno del primer ministro Ehud Olmert de «poner en marcha un complot con la oposición de derecha para obstaculizar las negociaciones con los palestinos».

«La colusión es evidente. El Gobierno no sólo no ha hecho pública su postura sobre este proyecto, sino que ha dado a los miembros de la coalición que le apoya libertad de voto y la gran mayoría de ellos ha apoyado el texto», añadió Barakeh.