Hace ahora tres años la izquierda abertzale, de la mano de Arnaldo Otegi, en un Velódromo de Anoeta abarrotado por 15.000 personas, ponía sobre la mesa una propuesta metodológica para la resolución del conflicto, adaptando las iniciativas previas -sobre todo la Alternativa KAS y la Alternativa Democrática- a la fase política en curso. La propuesta establecía la resolución como prioridad política y planteaba una metodología con diferentes espacios, agentes y contenidos, pero dentro de un proceso común e integral. Ante la evidencia del recorrido de la propuesta, todos los agentes políticos pasaron en pocos meses a adoptar los principios de la misma como la base para una resolución negociada. Y, por lo tanto, a admitir en mayor o menor medida que esa salida debía ser negociada.

Pasados tres años y tras el fracaso de un intento de resolución basado en esos parámetros, todavía hoy nadie se atreve a considerar la propuesta caducada o agotada. Unos y otros achacan al contrario la responsabilidad del fracaso, pero nadie -excepto el PP, alguna fuerza marginal y algún dirigente venido a menos- considera que el error de este proceso de negociación ha estado en los principios establecidos en el Velódromo. Es más, varios políticos ajenos a la izquierda abertzale defienden vehementemente la propuesta. Entre tales valedores destaca Miren Azkarate, la portavoz del Gobierno de Lakua. Ayer mismo acusó por enésima vez a la izquierda abertzale de «enterrar» la propuesta de Anoeta.

No cabe pensar que la portavoz no ha leído -o entendido- el documento «Orain Herria, Orain Bakea». No cabe pensar que olvida que la persona que hizo aquel discurso está, junto con la mayoría de sus compañeros, en la cárcel por intentar llevarlo a la práctica. No cabe pensar que no es capaz de recordar los principios que están instalados en la memoria de la mayoría de la ciudadanía vasca. Además, mientras Azkarate sigue blandiendo la propuesta de Anoeta contra la izquierda abertzale, nadie en su partido ha explicado por qué se opone no ya a Anoeta, sino a la propuesta del Anaitasuna. Una autonomía a cuatro con derecho a decidir como consecuencia de un acuerdo negociado y sometido a referéndum. Ese planteamiento también tendrá que tenerse en cuenta. Que sea, a poder ser, antes de que pasen otros tres años.