Del dopaje en edad adolescente al maltrato por parte de su mentor
Genevieve Jeanson, ex campeona mundial de ciclismo en categoría junior, dio a conocer recientemente su particular relación con el dopaje y con el que fuera su entrenador y marido. Su romance con ambos comenzó en edad adolescente y le llevó a sentirse «muerta».
Aritz SORZABAL
Genevieve Jeanson vive actualmente en la localidad estadounidense de Phoenix, lugar de residencia desde la que confesó hace varias semanas su relación de amor y odio con el dopaje. La noticia se extendió como la pólvora, puesto que esta ciclista de Quebec de 26 años, muy reputada hasta que fue acusada de dopaje en 2003 y sancionada de por vida en 2005, siempre había negado que hubiera recurrido a sustancias prohibidas para lograr los éxitos que le valieron para ser considerada como uno de los grandes valores del ciclismo femenino.
Con la esperanza de ver reducida su suspensión a dos años, Jeanson decidió hace escasas fechas dar rienda suelta a todo lo que ha venido ocultando desde hace una década. Un escalofriante testimonio en el que admite que comenzó a doparse a los 16 años y que sufrió maltrato por parte de su entrenador y posterior marido, André Aubut, del que se divorció en 2006.
Jeanson fue campeona del mundo junior en ruta y contrarreloj en 1999, por lo que apuntaba muy alto. No obstante, la sombra del dopaje le persiguió a partir de los Mundiales de Hamilton de 2003, en los que dio una tasa alta de hematocrito. Un año más tarde, a la ciclista de Quebec se le «olvidó» presentarse al control antidoping de la Flecha Valona, por lo que las dudas sobre su honestidad aumentaron.
Todas esas sospechas tomaron cuerpo definitivamente en 2005, temporada en la que dio positivo por EPO en el prólogo del Tour de Toona. La decisión de la Federación Americana de Ciclismo no se hizo esperar y suspendió de por vida a la corredora, pese a que ésta defendió su inocencia a los cuatro vientos durante meses.
«No tenía el control sobre mi vida»
Han tenido que pasar más de dos años de aquella sanción para que la ex campeona mundial haya decidido contar las vicisitudes que ha vivido como ciclista. Su testimonio, recogido por Radio Canadá hace escasas semanas, tuvo una gran repercusión mediática al haber reconocido públicamente que se administraba EPO desde que era una adolescente. «Lo tomaba. En Hamilton, en Montreal, casi todo el año. Bastaba con que dejara de tomarlo cinco días antes de la competición para que los controles no lo detectaran», señaló.
La ciclista explicó que comenzó a consumir EPO a los 16 años, después de que un médico recomendado por su entrenador, André Aubut, se lo recetara para hacer frente a una anemia que padecía por entonces. Tanto su padre como ella aceptaron entrar en un círculo que le proporcionó victorias, pero también desequilibrios importantes. «No era yo, no tenía el control sobre mi vida. De 15 a 23 años, estaba muerta. Me sentía así», reconoció. «No merecía la pena. Era infeliz. Tomé la decisión de no tomar decisión alguna», añadió.
A los 17 años, la joven obtuvo el consentimiento de sus padres para dejar Montreal y afincarse en Phoenix con Aubut, un hombre tan exigente y tan obsesionado por la victoria como ella. Aquellos años fueron muy duros, según explicó la ciclista de Quebec, ya que estaba en manos de un entrenador del que recibió maltrato físico y sicológico. «Era violento y muy agresivo en sus observaciones», recordó Jeanson, que afirmó haber sido golpeada por su mentor. «No sé exactamente como pudo ocurrir, pero él me cogió, me llevo al desierto y me comenzó a pegar. Acabé con un ojo morado. Tenía la cara tan hinchada que no era capaz de ponerme las gafas», explicó con detalle.
La historia no acaba ahí, ya que Jeanson y Aubut, 25 años mayor que ella, se casaron en abril de 2006 para divorciarse seis meses más tarde. Ambos confirmaron que contrajeron matrimonio por «negocio». En la actualidad, no se dirigen la palabra. «Lo peor ha sido tener que mentir a la gente que me creía», lamentó la ex campeona del Mundo.