Cualquier parecido con Tartufo
«Las aventuras amorosas del joven Molière»
Los amores y las mujeres que inspiraron al dramaturgo y actor francés Jean-Baptiste Poquelin, más conocido por Molière (1622-1672), en una fantasía que rompe con los academicismos teatrales, gracias a la interpretación nada encorsetada del mejor Romain Duris posible.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
No es una biografía convencional sobre Jean-Baptiste Poquelin, sino una recreación libre de la figura de Molière que mezcla realidad y ficción. Los autores han querido fabular a propósito de un pequeño vacío existente en la vida del genio teatral, sobre el que los historiadores no terminan de ponerse de acuerdo. Es un periodo que sigue a su salida de la cárcel, cuando contaba tan sólo con veintidós años de edad. Parece estar comprobado que se endeudó y que atravesó por problemas personales, de los que resurgió gracias a su talento. El director Laurent Tirard y su colaborador en la escritura del guión Grégoire Vigneron especulan al respecto, llegando a la conclusión de que algo o alguien conmocionaron al joven Molière, hasta el punto de disparar su imaginación creativa y abocarla a la invención de una comedia costumbrista llena de humor y capacidad satírica, que consagró a poner en solfa a la sociedad de su tiempo, que era la de mediados del siglo XVII.
Si la obra de Molière ha perdurado con tanta vitalidad es porque llega al fondo de la esencia humana, así que sigue siendo perfectamente contemporánea, y al espectador de hoy en día no le va a costar nada identificarse con los personajes y situaciones de «Las aventuras amorosas del joven Molière». Las interpretaciones son fieles al espíritu de sus textos, con los que se confunde e identifica un Romain Duris nada académico, sobre todo con «Tartufo».
De hecho, y aunque parezca un contrasentido, el actor que encarna al inventor de la Comédie Française nunca había trabajado en el teatro, ni en el moderno ni en el clásico. «Un actor sin presencia habría desaparecido -explica el director-. Esperaba encontrar en Romain Duris la presencia, el soplo que diese vida a Molière más allá de las ideas preconcebidas. Y creo que ha encarnado a un joven lleno de vida y de sentimientos, de ideas y de dudas, que aporta al personaje un carisma viril y un notable espíritu moderno». Porque, como punta el coguionista Grégoire Vigneron, «la obra de Molière tiene mucho que ver con un estudio costumbrista, además de ser una notable descripción de la sociedad. Molière inventó la comedia costumbrista que tanto gusta y que practican directores como Woody Allen».
«Laurent ha tenido la buena idea de no presentar a Molière como una estrella de rock o un genio sin defectos. Ha dibujado un personaje humano, complejo, que conoce la envidia, la ambición y la duda. Es un artista frente a su obra y un hombre frente a sí mismo. Escribía con respeto y cariño. Cuando se burlaba de alguien, lo hacía con cariño y eso aporta un tono único a sus obras»
T.O.: «Molière».
Dirección: Laurent Tirard.
Guión: Laurent Tirard y Grégoire Vigneron.
Intérpretes: Romain Duris, Fabrice Luchini, Laura Morante, Edouard Baer, Ludivine Sagnier, Fanny Valette.
País: Estado francés, 2007.
Duración: 120 minutos.
Género: Comedia romántica.
«Para comprender un personaje como Molière, es necesario olvidar su peso histórico», afirma Vigneron. Hijo de un artesano, posesía un sentido muy enraizado del oficio de escritor y tenía un gran sentido del marketing. Respiraba con dificultad, tenía poca fuerza física y era algo cobarde... o listo. «Un día, en los pasillos de Versalles, un viejo militar, convencido de que le había caricaturizado, se acercó a Molière con ademán de abrazarlo y aprovechó para rasgarle la mejilla con el botón de su casaca. En aquella época, semejante afrenta implicaba un duelo al día siguiente, duelo que Molière habría perdido. Optó por fingir que no se había dado cuenta de nada. Sus prefacios eran una sarta de lisonjas, pero era capaz de enemistarse con hombres poderosos porque escribía con sinceridad».
