El premiado cineasta especializado en cortometrajes que responde al nombre artístico de Grojo debuta con una comedia diferente, ya que su intención es imprimir a este género un personal giro fantástico e imaginativo. Por esa necesidad de ubicar su peculiar estilo de imágenes poéticas y oníricas hay quien lo compara con «Amelie» o «Moulin Rouge», seguramente debido a que la narración se concentra en un local llamado Café Rossignol, a cuyo frente se sitúa el pequeño gran actor Dominique Pinon. Pero la lista de personajes curiosos que allí se dan cita es interminable, aunque a todos ellos les une la pasión común por las utopías cotidianas. Dentro de ese ambiente bohemio lo que define la magia del lugar es la música que ha compuesto para la ocasión René Dupéré, la cual es una mezcla de los característicos sonidos parisinos de acordeón con el ritmo de la feria y las melodías circenses. Son los protagonistas los que terminan de dar al conjunto el aire de un espectáculo de cabaret, de un cuento coral para soñadores.