El prometedor debut del guionista Tony Gilroy en la dirección se basa en una idea que empezó a desarrollar cuando escribió «Pactar con el diablo» para Taylor Hackford, y aunque de eso han transcurrido ya diez años, le vino bien para conocer por dentro el mundo de la abogacía. A la vez, su trabajo como adaptador del «ciclo Bourne» según las novelas de Robert Ludlum le ha hecho interesarse por la narrativa de intriga de los años 70 y 80, coincidiendo con la actual recuperación del estilo cinematográfico de esa época. La presencia del veterano cineasta Sydney Pollack en el reparto no parece por lo tanto ninguna casualidad, pues para algo es el artífice de «Los tres días del cóndor», donde salían a la luz los manejos de la CIA. Del espíritu de aquellos clásicos del cine de denuncia a la norteamericana se alimenta «Michael Clayton», que vuelve a hablar como entonces sobre la lucha del individuo concienciado frente a un sistema alienador.

El actor George Clooney está muy identificado con este tipo de proyectos críticos, de ahí que a menudo renuncie a su sueldo para moverse libremente y de forma independiente. El presupuesto total de «Michael Clayton» viene a equivaler al montante de su contrato en un producto comercial reciente como «Ocean Thirteen», pero le compensa por las satisfacción artística que recibe a cambio. Su sobria interpretación, entregada a la imagen profesional de su trajeado personaje, fue muy elogiada en los festivales de Venecia y Toronto. Da vida a un competente abogado que ha llegado a un momento crítico de su carrera, toda vez que el prestigio adquirido no basta para dar el paso definitivo. Se dedica a realizar el trabajo sucio en un importante bufete, en el que tiene que seguir a la fuerza por culpa de un endeudamiento, pese a que no le permiten convertirse en socio.

En efecto, el abogado del título es quien se encarga de resolver los casos que no avanzan en el bufete para el cual trabaja, hasta que le toca en suerte uno que va a suponerle más quebraderos de cabeza de los que pueda soportar. La complicación viene por el lado de que se encuentra en juego la profesionalidad de un colega de la firma, interpretado por el gran actor inglés Tom Wilkinson, a quien ocuparse de la representación legal de una multinacional agroquímica le ha llevado al borde de la locura. El protagonista no tardará en averiguar los sucios negocios en los que está envuelta la compañía, a cuyos dirigentes no les importa lo más mínimo el peligro de contaminación. Una vez más el ejercicio de la abogacía choca con el dilema ético que supone la defensa de poderosas empresas, que no dudan en vulnerar la legalidad con tal de aumentar sus beneficios. «Michael Clayton» es una tragedia del hombre moderno ambientada en la gran ciudad de Nueva York, cuyas calles interminables y altos edificios, que recortan la línea del horizonte, sirven de espacio laberíntico por el que se pierde el héroe en su enfrentamiento desigual con los dioses del nuevo olimpo económico. Es la eterna lucha entre David y Goliat.