Chen Kaige es otro de los directores chinos de la quinta generación que se pasa, al igual que Zhang Yimou, del cine de autor al floreciente género nacional wuxia, y lo hace con una espectacular gran producción que cuando se rodó hace tres años tenía el presupuesto más caro de la historia para una producción china. En su propio país no han faltado críticas que acusan a Kaige de oficialista y decadente, lo que tal vez haya influido en el retraso de su estreno, así como en los recortes del metraje sufrido en la resumida versión anglosajona. Desde un punto de vista puramente artístico, «La promesa» ha sido comparada con «Tigre y dragón», de Ang Lee, por cuanto a su dramaturgia cortesana incorpora coreografías de artes marciales. En lo conceptual ha sido emparentada, en cambio, con el clásico de Akira Kurosawa «Kagemusha», por cuanto también incide en la figura del personaje humilde al que el destino coloca en el lugar de los generales para rescatar a la princesa, que tampoco es lo que parece, al haber llegado al trono gracias a un sortilegio con sus condiciones de obligado cumplimiento.