Soy una mujer que no pertenece a ninguna asociación prolactancia y que después de dar a luz en julio a una preciosa niña de 2.300 gramos en el Hospital Virgen del Camino (Iruñea), lo único que quería era darle la mejor leche. Tuvimos dificultades para acoplarnos con la teta y no había manera, así que perdía peso, con riesgo de ingresarla en la UVI. El pediatra de la primera planta de maternidad nos dijo que el Hospital apostaba por la lactancia materna. Pero, ¿qué es eso?

Cuando con el único sacaleches de la planta yo me sacaba hasta 80 ml. de leche-calostro y la tenía que tirar por el lavabo porque no guardaba las medidas de higiene necesarias. Cuando (gracias a la Asociación Amagintza) conseguí un sacaleches y les pedí algún recipiente o nevera donde guardar mi leche, la única respuesta que obtuve fue que no había nada de nada, excepto unos biberones de Nestlé. Cuando hay personas de la planta que han demostrado poca sensibilización hacia el tema y desconocimiento ante el uso de la jeringuilla o vasito, como alternativa al biberón (este último obstaculiza la posterior lactancia materna).

Esta es mi experiencia de frustración, rabia e impotencia, porque creo que apostar por la lactancia materna es algo más que exhibir en las habitaciones carteles de madres dando el pecho.