Llama la atención la medida métrica que impone la batuta de Jacobs, su marcado señalamiento de las partes fuertes del compás, apoyadas con su erguir de talón y conjunto corporal, ya asumido por la Orquesta Barroca de Friburgo, que se siente solidaria mental y armónicamente. Ésta obtiene, gracias a su consecuente labor de preparación de las obras, una atinada, lograda y afelpada sonoridad, que atrae desde el primer momento de su interpretación.

La obra «Oxford» de Haydn, una de las más bellas escritas por el maestro y dedicada a la Universidad británica de Oxford por su nombramiento de Doctor Honoris Causa, resultó de un carácter álgido y comedido en la interpretación de los de Friburgo. Posteriormente tomaron a Mozart y la música de ballet palaciego escrita por él en la ópera «Idomeneo», ofrecida en dos partes distintas y complementarias para culminar su concierto con una de las tres famosas últimas sinfonías mozartianas.

En la fastuosa introducción, Mozart planta sus reales, que discurren en aire bailable con nítido empaste instrumental, y los de Friburgo logran transmitir con soltura y generosa reexposición el melodiar interactivo finalizado en cortado sesgo.

Un regalo entre otros de la Bilbao Estación Barroca en el Teatro Arriaga.