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Xabier Gutierrez Zornotza

¿Minuto de silencio en San Mamés?

No se hizo. Sería porque no había muerto ningún jugador, ningún directivo del club o quizás algún árbitro o persona «importante». No se murió ninguna persona «importante». Simplemente era un mendigo, un olvidado de esta sociedad tirado en cualquier esquina, de esos de los que sólo nos acordamos mientras pasamos delante de ellos.

Se llamaba Salvador Fernández Pinedo, ya que a pesar de ser un indigente tenía nombre y apellidos, tenía 42 años y estaba en la calle desde hacía seis meses, solía dormir en la puerta 35 de San Mamés, la puerta de entrada de Preferencia Norte. Mientras moría, decenas de fervorosos hinchas hacían cola para sacar la entrada para el próximo partido de su club favorito. Algunos para entrar al campo pasarían por la misma puerta en la cual Salva murió, pero no se habrán enterado de nada.

Murió el 17 de octubre, justo en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. En Euskal Herria hay muchas personas en situación de exclusión social. Los pensionistas, los y las inmigrantes que llegan, muchos y muchas jóvenes, las familias monoparentales encabezadas por mujeres, etc.

Cuando se habla de pobreza se piensa en Africa, pero hay realidades que tenemos más cerca. Una de cada tres familias de la CAV, alrededor de 267.000 personas, sufre dificultades para llegar a fin de mes y el 37 % de la población activa tiene un contrato laboral precario. Un 5,2 % de los hogares vascos no tiene garantizada una comida al día y el gasto social en la CAV es el menor de Europa. Se siguen recortando las ayudas sociales que pueden incrementar el número de indigentes. En la CAV hay más de 1.800 personas sin hogar.

Mientras, los beneficios financieros aumentan un 20%, el PIB y la inflación crecen y disminuyen los costes laborales.

No se hizo minuto de silencio en San Mamés, pero nuestro equipo ganó.

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