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Ixabel Etxeberria Irakaslea Berna Gómez Edesa Delegado Sindical de LAB en el Hospital de Galdakao

El lío de Osakidetza

La Dirección de Osakidetza tendrá que modificar su talante y lograr los recursos necesarios para atender las reivindicaciones de los trabajadores que, entre otras, reclaman un importante aumento de plantilla para no perder salud en el trabajo y dar una adecuada atención

Dicen que las grandes batallas de hoy en día son mediáticas; que las luchas ideológicas, políticas, sociales, incluso las guerras, se libran fundamentalmente en los medios de comunicación. Quien tiene acceso a los medios porque tiene poder, influencia, cercanía o porque hace algo llamativo y original tiene posibilidades para avanzar en la transmisión de sus planteamientos a la sociedad.

En las últimas semanas estamos asistiendo, en el contexto del conflicto laboral en Osakidetza, a una auténtica ofensiva mediática por parte de Inclán y sus directores. Con un doble objetivo: interno, para desactivar la movilización que se les venía encima, y externo, para eludir la responsabilidad y las consecuencias entre los usuarios del propio conflicto. Ofensiva en todos los frentes: a nivel externo, utilizando los medios de comunicación casi a diario; a nivel interno, a través de la web de Osakidetza y con mensajes electrónicos, cartas individualizadas, llamadas telefónicas... al personal que trabaja en la servicio de salud.

Ofensiva manipuladora, antidemocrática y del todo irresponsable, porque emplea la mentira y el intento de desprestigio hacia los trabajadores y hacia sus representantes sindicales. Acusar, un miembro del Gobierno y máximo gestor de una institución de cerca de 30.000 trabajadores, al 90% de esa representación (ocho sindicatos en unidad de acción), de utilizar a los trabajadores para otros fines no laborales sólo se puede entender en una mente endiosada y arrogante. Acusar a los trabajadores de Osakidetza de privilegiados y peseteros es, además de tremendamente injusto, ofender la dignidad de los mismos, quemarles más para su trabajo diario.

A nivel mediático externo, la batalla que se libra entre la Dirección de Osakidetza y la representación sindical es muy desigual; la representación sindical no puede competir con, por ejemplo, dos hojas de máxima lectura en un periódico de gran tirada, ni con media hora de entrevista en el programa radiofónico de máxima audiencia dedicados al Consejero. Así, es posible que la manipulación de la situación que ofrece la Dirección de Osakidetza cale en sectores de la población.

A nivel interno, en la empresa, la realidad es muy distinta. La torpe e irresponsable campaña de Inclán y sus Directores no ha hecho más que aumentar el malestar de los trabajadores en un contexto de latente insatisfacción laboral que se viene arrastrando desde hace años y que ha tenido en el acuerdo que la Dirección ha firmado con el Sindicato Médico la gota que colma el vaso. Inclán ya ha perdido la batalla interna, no sería capaz de pasearse tranquilamente por cualquier centro de salud, ambulatorio u hospital de la red, la gran mayoría del personal simplemente le abuchearía.

Los datos apuntan a que el actual conflicto laboral tiene visos de convertirse en el más importante de la vida de Osakidetza. La movilización habida en este último mes ha sorprendido incluso a los representantes sindicales; el paro del pasado 15 de noviembre ha sido histórico; la voluntad y la fuerza que se respira entre los trabajadores anuncian una pelea laboral que no se va a detener ante ofertas de parcheo y falsas soluciones. La Dirección de Osakidetza ha errado absolutamente en las formas y en los contenidos de la negociación colectiva. Tendrá que modificar su talante y lograr del Gobierno los recursos necesarios para atender las reivindicaciones de los trabajadores que, entre otras, reclaman un importante aumento de plantilla para no perder salud en el trabajo y dar a la población una adecuada atención sanitaria y unas modificaciones económicas que disminuyan la discriminación y las diferencias salariales, aumentadas a grados inaceptables tras las subidas habidas para los médicos en estos dos últimos años.

La Sanidad pública tiene problemas importantes, algunos de los cuales se acentuarán en los próximos años, como el de la falta de médicos, e incluso otros profesionales, o las presiones para mercantilizarla privatizando servicios. Los gestores de Osakidetza tendrán que dar cuenta de sus planes y de sus acciones para atajarlos. El Parlamento, la sociedad, los diferentes agentes que intervenimos en esto deberemos debatir y decidir el futuro de la asistencia sanitaria pública. Mantener el conflicto laboral permanentemente abierto sólo sirve para impedir ese debate con transparencia y en profundidad, quizá sea lo que algunos buscan.

Mientras tanto, una invitación especial a la población, a los usuarios de Osakidetza para que se acerquen a los trabajadores y trabajadoras, de todas las categorías profesionales, que mantienen en pie la asistencia sanitaria pública y les pregunten qué es lo que piden; seguro que entonces entenderán y compartirán sus reivindicaciones.

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