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«En mi novela analizo una tendencia misógina que viene de antaño»

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ESPIDO FREIRE, GANADORA DEL PREMIO DE NOVELA ATENEO DE SEVILLA 2007 POR LA OBRA «SORIA MORIA»

Espido Freire se halla inmersa en la promoción de su última novela, ganadora del Ateneo de Sevilla. «Soria Moria» es el lugar mítico en el que busca refugio un grupo de adolescentes de la burguesía británica instalada en Tenerife a finales del XIX, ante la rígidas normas que les impone la sociedad.

Según los antiguos poemas nórdicos, Soria Moria es un reino legendario, que se encuentra al este del sol, al oeste de la luna. En ese territorio se desarrolla parte de la nueva novela de Espido Freire (Bilbao, 1974).

¿Cómo describiría Soria Moria?

Es un paraíso imaginario como Shangri-la, como Hespérides o como los sitios a los que va Gulliver. Allí no existe la muerte ni la enfermedad, no existe nada malo. Los mitos nórdicos llegaron a Estados Unidos a través de los inmigrantes noruegos, y sus hijos y nietos los recopilaron. Es así como llegan hasta los protagonistas de mi novela. Son niños y en los cuentos que tienen a su alcance aparece Soria Moria. Ellos deciden crear su propio Soria Moria a través de dibujos, de pinturas, de las historias que se cuentan. Crean una especie de juego de rol.

Sus protagonistas, cuatro adolescentes, se divierten en ese paraíso imaginario pero, sobre todo, hallan una manera de escapar de las rígidas normas que les impone la sociedad de la época, ¿no?

Ni siquiera eran adolescentes. Obviamente existía ese tramo de edad pero para aquella sociedad no existía la adolescencia: o se era niño o se era adulto. No tenían ninguna forma de evasión que no fuera fantasear.

La ruptura del estrecho vínculos de amistad establecido durante la niñez se convierte en una de las claves de la novela.

Date cuenta de que las mujeres no podían ser amigas. Todavía se dice que las mujeres somos muy malas entre nosotras y que es mejor tener por enemigo a un hombre que a una mujer. Esa tendencia misógina ha continuado y en esta obra analizó por qué. En el caso de estas niñas ocurre que realmente eran competidoras en algo que les resultaba vital, que era un matrimonio. Sus madres eran muy conscientes de ello y ellas poco a poco lo iban a ser. Es la historia de una amistad que se va traicionando, que se va quebrando no por ellas sino por unas circunstancias que no pueden controlar. Eso me parece terrible. Sigue pasando pero entonces era imprescindible que ocurriera, no se podía dar de otra manera.

¿Cómo ve el papel de la madre en la educación de las hijas?

Nuestra idea de lo que es una buena madre y de lo que es un niño ha cambiado radicalmente. Y no te digo la figura del padre, que era una autoridad y no podía bañar a un hijo. Esta madre es una superviviente y es la mejor en lo suyo: ha casado a sus hijas, lleva bien su casa.... Es producto de una educación victoriana y sacrifica una parte emocional a la que no se da impor- tancia. Con los niños no había que encapricharse porque muchos morían, tampoco con las niñas porque, una vez casadas, no se sabía si iban a mantener el vínculo con la familia.

¿Dónde nace su interés por las colonias inglesas radicadas en las Islas Canarias?

De la casualidad absoluta. Yo era consciente de que en Canarias había apellidos extranjeros. En una visita de trabajo me regalaron varios libros institucionales. Uno de ellos hablaba de que muchos ingleses, alemanes y nórdicos se habían acercado a Canarias persiguiendo un sueño y ese sueño era la historia que un viajero les había contado. El clima era buenísimo y se puso de moda. Los tísicos y tuberculosos se iban a Madeira o a las Canarias. Los extranjeros se instalaron e hicieron fortuna.

¿Cómo vivieron aquellas familias la I Guerra Mundial?

Muchos de ellos fueron reclutados. Los ingleses y alemanes tuvieron que responder a la llamada porque, de lo contrario, iban a convertirse en desertores. El problema era que seguía siendo una guerra heroica. La mayor parte de la Península pasó de puntillas por esta guerra.

Compagina su faceta de escritora con otras como la dirección de una empresa para el fomento de la cultura. ¿Qué puede decirnos de este proyecto?

Llevo un año y dos meses con esta empresa para conceptos culturales. Yo llevaba tiempo quejándome de que no aparecían iniciativas nuevas y que existía una repetición constante de las propuestas culturales. Entonces me planteé hacer algo y enfocarlo hacia la creación de conceptos nuevos. No busco una iniciativa comercial pura, lo que me interesa es ofrecer lo que yo voy predicando con una rentabilidad económica.

¿En qué ha cristalizado?

Quiero introducir la idea de que la literatura no tiene por qué estar distante del deporte, de la empresa privada, de la Administración pública. Igual que en cualquier fiesta hay música de fondo, por qué no hay literatura de fondo. Esa es la propuesta principal. Luego se puede adaptar mejor o peor.

Además, participó como jurado de Nuevos Realizadores en Zinemaldia. ¿Cómo fue la experiencia?

Zinemaldia supuso una inyección de ideas nuevas tremenda. Aprendí mucho.

Ha colaborado con «La Razón» y «El Mundo». Seguro que a más de uno le ha sorprendido leer ahora su columna en «Público».

Existe una tendencia, sobre todo en opinión, de vincular a un autor con un periódico y una ideología política. Yo no he encontrado ninguna propuesta política que me satisfaga; hay un desencanto en muchos jóvenes. Entonces, ¿por qué me tengo que vincular a un periódico? Siempre me han dejado opinar libremente. En `La Razón' era la de izquierdas y en `Público' soy la moderada, pero sigo diciendo las mismas cosas.

Izaskun LABEAGA

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