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El Ministerio de Defensa se pone ahora el disfraz ecologista en las Bardenas

Las Bardenas es un parque natural en forma de «donuts»: en el corazón de la zona protegida, 2.244 hectáreas se dedican a practicar bombardeos. A siete meses del final del convenio Defensa inicia una campaña de propaganda medioambiental. La oposición alerta de que puede ser una estrategia para prolongar la ocupación.

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Ramón SOLA

En anuncios de televisión y prensa que pueden verse en las últimas semanas, soldados españoles emergen por sorpresa tras camuflarse en parajes naturales como un tupido bos- que o una cala perdida. La imagen del Ministerio de Defensa haciendo propaganda de los supuestos beneficios medioambientales que reportaría su presencia resulta sorprendente, pero la contradicción llega quizás a su punto culminante cuando entre estos enclaves aparece el de las Bardenas, donde soldados españoles y de la OTAN realizan prácticas de tiro desde hace ya nada menos que 56 años.

En este periodo de tiempo no sólo se han producido episodios como los choques de aviones militares con aves o los sustos padecidos por los cicloturistas, sino que se no se han terminado de disipar las dudas sobre la utilización de material radioactivo pese a los desmentidos oficiales. Las demandas de retirada de la chatarra acumulada por los artefactos explosionados y descontaminación de la zona seguirán sin cumplirse si la Comunidad de Bardenas acepta el próximo año que el polígono de tiro siga en funcionamiento. El territorio tiene muchas especificidades naturísticas, pero una de las más llamativas es, sin duda, ésta: la pervivencia de actividad militar en el corazón de una zona declarada como Parque Natural (2.244 hectáreas para bombardeos están rodeadas por 42.500 hectáreas protegidas) y también como Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Certificado de Gestión Ambiental

La campaña presentada por el ministro de Defensa, José Alonso, ha permitido descubrir que en realidad situaciones como las de las Bardenas son más frecuentes de lo que se pudiera imaginar. En el conjunto del Estado español, el Ejército dispone de 33 campos de maniobras y entrenamiento que hoy se enclavan en espacios naturales. Defensa afirma que la actividad militar no sólo no perjudica, sino que beneficia al «evitar las agresiones comunes a otras zonas naturales de España». Añade que en algunas de estas zonas que ocupa se llevan a cabo «planes específicos de defensa y mejora para fauna y flora autóctonas, lo que ha permitido el desarrollo del camaleón en Rota, el ibis eremita en El Retín y distintas especies de gaviotas autóctonas en las islas Chafarinas».

La campaña propagandística usa la imagen siempre atractiva de las Bardenas, pero no detalla qué beneficios medioambientales estaría acarreando la presencia militar en este caso. Pero queda claro que Defensa otorga un papel destacado al territorio navarro en esta iniciativa, y anuncia que será una de las zonas que recibirá el denominado Certificado de Gestión Ambiental, un procedimiento del que dice que sirve para «controlar día a día la evaluación de los impactos que producen las diferentes actividades desarrolladas sobre el medio ambiente, de forma que cualquier desviación sobre la norma medioambiental vigente es corregida». La pasada semana se entregó este certificado a siete acuartelamientos de las islas Canarias, y antes de concluir el año se hará otro tanto con el hospital militar Gómez Ulla, en Madrid, y el citado polígono de tiro bardenero.

Tan repentino fervor ecologista ha puesto en alerta, más si cabe, a los colectivos que reclaman que el Ejército abandone las Bardenas. La recién creada plataforma de vecinos ha visto en ello un motivo más para reclamar a ayuntamientos y partidos que se posicionen desde ya en favor del desmantelamiento. Para la Asamblea Antipolígono, por su parte, «esta estrategia no tiene otro objetivo que perpetuar el polígono». Por eso reclama no sólo el abandono de la zona, sino un plan de recuperación que incluya la explosión de los «cientos» de artefactos abandonados, la extracción de las «miles de toneladas de chatarra» y la descontaminación del suelo, «procedimiento obligatorio en zonas mineras cuando terminan la concesión», recuerda.

Maiorga Ramírez (NaBai) añadió ayer a todo ello que «la medida es absolutamente hipócrita y oportunista; si Defensa quiere salvaguardar el valor ambiental, que no se hubiera instalado en un Parque Natural».

 

¿COMO EL ROCÍO?

En su día, el consejero de UPN Javier Marcotegui minimizó las afecciones comparándolas con las que provoca la romería de El Rocío a Doñana.

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