Musharraf reacciona a los planes alternativos de EEUU en Pakistán
En su primera salida tras decretar el estado de excepción, el presidente golpista de Pakistán eligió Arabia Saudí, donde está exiliado el opositor Nawaz Sharif. Musharraf busca una salida a su situación después de que EEUU haya dejado claro que, sin su apadrinada, la ex primera ministra Benazir Bhutto, considera quemado al todavía hombre fuerte de Pakistán, al que trata abiertamente de segar la hierba bajo sus pies.
GARA |
El presidente golpista paquistaní, el general Pervez Musharraf, eligió Arabia Saudí para efectuar su primera visita al extranjera desde que impusiera el estado de excepción en el país.
La elección ha desatado toda suerte de especulaciones sobre un posible encuentro con el ex primer ministro de Pakistán y dirigente opositor Nawaz Sharif, que vive en el exilio en Dje-ddah (oeste) desde 2001. Este último, que fue enviado de vuelta al reino saudí tras un reciente intento de regresar a su país, ha asegurado públicamente que no se reunirá con el general que le derrocó a través de un golpe de Estado hace ocho años.
El objetivo oficial de la visita de Musharraf pasa por reunirse con el rey Abdallah para tratar sobre las relaciones bilaterales y la coyuntura regional e internacional, informó la agencia saudí oficial Spa. Ambos países mantienen buenas relaciones bajo el paraguas de Washington.
Informaciones no confirmadas aseguran que el presidente golpista ha intentado hasta tres veces consensuar un encuentro con Sharif para intentar aislar a la otra líder opositora, Benazir Bhutto, ex primer ministra y favorita de Washington para pilotar la «transición».
Bhutto se recoloca
Bhutto, quien negoció con Mu-sharraf la posibilidad de poder aspirar a su reelección como primera ministra -pese a las denuncias de corrupción que pesan sobre ella- a cambio de permitir al general repetir en el cargo como presidente, aspira ahora, tras el último movimiento autocrático de su hasta hace poco aliado, a liderar a la oposición al régimen.
«No estoy dispuesto a encontrarme con este hombre que ha mandado detener jueces, ha silenciado a los medios de comunicación y ha suspendido la Constitución», declaró Sharif desde Djeddah, en referencia al estado de excepción en vigor desde el pasado 3 de noviembre.
«Aspiro a que la nación se prepare para una batalla decisiva contra la dictadura», aseguró.
Un responsable del Gobierno paquistaní desmintió tajantemente que un encuentro con Sharif esté «en el orden del día».
Esta visita a Arabia Saudí coincide con crecientes presiones por parte de EEUU, que ve cómo su plan de transición corre el riesgo de venirse abajo.
Desmarque de EEUU
Un día después de que el número dos del Departamento de Estado, John Negroponte, regresara de vacío de su viaja a Islamabad para pedir a Musharraf que levantara el estado de excepción, la Casa Blanca matizó que su alianza es con Pakistán y no necesariamente con la persona de Musharraf.
«Es en las relaciones con Pakistán y con los paquistaníes en lo que nosotros confiamos», aseguró el portavoz de la Casa Blanca, Sean McCormack, quien no desperdició la oportunidad para hacer explícito un desmarque respecto al presidente golpista. Musharraf «ha sido un buen aliado y un reformador hasta que ha decretado el estado de excepción», aseguró.
En este sentido, los analistas apuntan a un distanciamiento claro de EEUU respecto a Musharraf y sostienen que Washington estaría tratando de aproximarse a la élite militar paquistaní en un intento de segar la hierba bajo los pies del presidente golpista.
Diplomáticos destinados en Pakistán aseguran que Negroponte amenazó a Musharraf con revisar a la baja su ingente ayuda militar, 10.000 millones de dólares desde 2001.
«Los Angeles Times» informaba el domingo de que el Pentágono quiere ahora condicionar ahora su ayuda a la lucha del régimen contra el islamismo y a un mayor control sobre el gasto militar del Ejército de Pakistán.
Amenazar con cortar los fondos y plantear un control de sus destinos podría hacer reaccionar al Ejército, totalmente dependiente de la ayuda estadounidense para el entrenamiento de sus oficiales y para el suministro de equipamientos estratégicos, como los cazabombarderos. «Negroponte ha dado a entender que los días de Musharraf están contados y que la forma en la que intenta mantenerse en el poder va a crear divisiones en el Ejército», asegura Hassan Abbas, analista de la Universidad de Harvard. Este experto de la John F. Kennedy School of Governement asegura que se detecta un «malestar creciente» en los círculos militares con los que mantiene contacto.
Wendy Chamberlin, embajadora de EEUU en Pakistán entre 2001 y 2002 y actual presidenta del Instituto de Medio Oriente en Washington, certifica que los responsables políticos estadounidenses han «abandonado» la posición según la cual Musharraf era un aliado indispensable.
Sigue la represión
Horas después de que el régimen anunciara la inminente puesta en libertad de 3.400 detenidos, la Policía cargó con brutalidad contra una marcha de protesta de periodistas y miembros de organizaciones de defensa de derechos humanos en Karachi. 140 manifestantes fueron detenidos.
En este contexto, la Comisión Electoral Central convocó para el 8 de enero las elecciones legislativas. Mostró su esperanza en que sean «libres, transparentes e imparciales».
El Gobierno de Islamabad ha negado estos días la existencia de un programa estadounidense secreto desde 2001 para asegurar el arsenal nuclear paquistaní, tal y como afirmó «The New York Times». Concedió, sí, que la cooperación en este ámbito existe pero matizó que es conocida desde hace tiempo.
El diario aseguró que la Administración Bush ha destinado 100 millones de dólares en un programa secreto destinado a blindar la seguridad del arsenal de medio centenar de cabezas nucleares. Incluiría el suministro de helicópteros, de sistemas de visión nocturna y de equipamientos de detección nuclear.
Pese a que reconoce genéricamente «cooperación», Pakistán no oculta sus reticencias a la hora de revelar a los estadounidenses el emplazamiento de sus armas nucleares y de sus laboratorios de enriquecimiento de uranio por todo el país.
Gordon Johndroe, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional ha asegurado estos días que, «por el momento, pensamos que las armas e instalaciones nucleares de Pakistán están bajo el control apropiado de las autoridades paquistaníes».