Las dos Españas y Euskal Herria
La conmemoración que, año tras año, tiene lugar el día de ayer en memoria de Santi Brouard y Josu Muguruza ensombrece en Euskal Herria la celebración por el aniversario de la muerte de Franco. No tanto porque no seamos capaces de recordar -o, en el caso de aquellos que no habían nacido todavía, de recrear- la explosión de alegría colectiva que la muerte del dictador supuso en Euskal Herria, sino porque la muerte de esos dos políticos vascos, símbolo de otras muchas que les precedieron y les siguieron, demuestran que aquella alegría fue en el caso de algunos demasiado inocente y en el caso de otros completamente hipócrita. Brouard y Muguruza estaban entre los que alertaron del peligro de creer que la libertad y la democracia vendrían con el parte de defunción del dictador.
A través de los medios de comunicación españoles -y de algunos vascos que parecen una vulgar delegación territorial- recibimos los ecos de lo que desde Unamuno a la literatura española le gusta denominar «las dos Españas». Vemos imágenes de La Falange y los antifascistas insultándose en las calles de Madrid, oímos a Rajoy y Zapatero discutiendo en tribuna parlamentaria, en la radio suenan canciones de Julio Iglesias y de Ramoncín, leemos cómo dos diarios polemizan sobre la última filtración... Sin embargo, en ningún sitio aparece la foto de Brouard o Muguruza y nadie los recuerda en ningún programa. Dicen que los ciudadanos vascos «son también españoles», pero significativamente no dejan de tratarlos como a enemigos.
En Euskal Herria las «dos Españas» se diluyen en una única y grande, en la que los vascos son detenidos, torturados, encarcelados y exterminados. Mientras tanto, muchos de aquellos que brindaron por la muerte de Franco administran hoy su legado y, a la vez que repiten el mantra de «todas las violencias son iguales», ocultan las consecuencias de algunas de ellas -cuando no niegan su existencia-. El recuerdo y el homenaje que todos los años miles de vascos tributan a Brouard y Muguruza muestran el conflicto en toda su crudeza.