Sólo han pasado cuatro meses desde aquel pleno de investidura al que entró un Txarli Prieto (PSE) que se veía como nuevo diputado general, y del que salió un Xabier Agirre (PNV) que apenas se creía que era el nuevo mandatario de Araba. Ese pequeño espacio de tiempo dejaba para el Pleno de política general de las Juntas Generales una sola incógnita: cómo iban a escenificar PNV y PSE su reciente acuerdo presupuestario.

La incógnita se despejó rápido, y eso que Xabier Agirre el domingo dejó las espadas en alto con un discurso «repetitivo», «insuficiente», «más de lo mismo»... según los distintos portavoces. Ayer, Txarli Prieto demostró que no está dispuesto a que nadie dude de su capacidad de control, y lo hizo a través de unas intervenciones que estuvieron trufadas de «advertencias» al diputado general.

La actitud del portavoz del PSE no pasó desapercibida, y por ella Aitor Bezares, de EAE-ANV, llegó a llamarle «gobenador civil».

Hoja de ruta

La «hoja de ruta» anunciada por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, se constituyó en «manzana de la discordia» entre el PNV y su socio presupuestario.

Txarli Prieto y Javier De Andrés (PP) recordaron al diputado general su obligación de defender la moción de las Juntas contraria a la consulta impulsada por Ibarretxe y el portavoz del PSE le espetó una de sus «advertencias»: «Como el lehendakari siga invitándonos a preguntar y a decidir fuera de tiempo y de lugar, es posible que la corriente de opinión mayoritaria que se genere en Álava sea si Álava se merece este lehendakari, y estoy seguro que de esa pregunta no saldrá bien parado».

Agirre contestó a estas advertencias reclamando su derecho a «resolver» su «cuestión identitaria», pero guardó su mayor batería de reproches para EAE-ANV, cuyo portavoz le acusó de no despegarse del PP. El diputado general le avisó de que «comparar a los partidos políticos entre sí es peligroso, porque alguien puede tener la tentación de decir que tienen el mismo discurso que ETA». A renglón seguido, como para demostrarlo, dijo que uno de los problemas de EAE-ANV es que «ETA le ha dejado sin discurso y sin acción política».

Críticas a Mintegi

En lo que se refiere a las políticas sectoriales para el territorio arabarra, Agirre tuvo que hacer frente a las críticas de PP y PSE en torno a algunos de los posicionamientos hechos públicos por el diputado de Medio Ambiente Mikel Mintegi (EA).

Agirre negó problemas con la postura de Mintegi en torno a los parques eólicos para Araba, garantizando que en cualquier caso cumplirán «escrupulosamente la legalidad», mientras que el portavoz del PNV en el debate, Roberto González, achacó al PSE mantener una actitud diferente a la mantenida en Bizkaia, donde rechazaron parques eólicos en los espacios protegidos por la Red Natura.

En cuanto a Lantaron, mientras Agirre y el portavoz de EB Miguel Angel Fernández avalaban la legitimidad de una consulta sobre el tema, Lauren Uria (EA) calificó de muy grave «meter dos centrales de ciclo combinado en un lugar con ocho empresas químicas y la amenaza aún presente de Garoña».

En lo que se refiere al proyecto de nueva cárcel en Langraiz, Txarli Prieto denunció que Mintegi estaba dañando «gratuitamente la colaboración interinstitucional», y Agirre reclamó la búsqueda de una solución para Langraiz, a pesar de que el Plan Territorial Parcial de Araba Central lo impida. Uria achacó al diputado general mostrar menos respeto por el medio natural arabarra que los técnicos de Diputación y de Madrid que, según dijo «informaron técnicamente contra este proyecto».

También se habló de carreteras «que ya han dejado de ser las mejores del Estado español» según un informe citado por Agirre; de política de empleo y de deslocalizaciones; del TAV y las consultas que se están realizando en las localidades afectadas, sobre las que Bezares preguntó, tras oír a Agirre su acuerdo con una consulta en Lantaron, si van a ser respetadas... y, por supuesto, del acuerdo presupuestario que ya está a punto de cerrar su círculo en Lakua. Pero al final, la impresión es que habrá que esperar al próximo año para ver en qué se quedan las promesas que llevan cuatro meses repitiéndose.