Iñaki Lekuona Periodista
«Au revoir, Pays Basque»
La República francesa se jacobiniza. ¿Más? Sí, es posible. El tímido proceso de descentralización que lanzara el ex-primer títere Raffarin bajo los hilos del marionetista presidente Chirac no fue más que puro espectáculo infantil. En realidad, Francia sigue tan centralizada como siempre, porque las competencias de las regiones y las de los departamentos terminan allí donde comienza a buscarse un sujeto para el predicado financiar, verbo que se conjuga impepinablemente en condicional.
Es el sujeto París quien pone las condiciones. Y el París de Sarkozy es objeto de un neoliberalismo todavía más incisivo que el de su predecesor, que ya destacó en la labor artesanal de agujerear el cinturón de los contribuyentes para que estos se lo apretaran más. En mayestática primera persona del plural, el bueno de Nicolas ha anunciado que recortará gastos vía pensiones, de ahí tanta huelga y tanto lío, y que pondrá en práctica su eslogan de campaña «trabajar más para ganar más», y que cerrará los servicios públicos que supongan gastos para el Estado. Por eso le ha dado por cerrar los tribunales de proximidad, como el de Baiona, para centralizar toda la actividad judicial en las capitales departamentales, por ejemplo Pau. Y esto parece el principio de una serie de recentralizaciones explicadas con el argumento del ahorro. Un nuevo paso de esta política, aunque no ha sido explicada ni así ni de ninguna manera, es el desmantelamiento del Institut Culturel Basque, una entidad que surgió para dar respuesta a la situación dramática del euskara y de sus expresiones culturales en Ipar Euskal Herria. Debe de pensar París que la identidad vasca no es específica de un territorio que se llama Pays Basque, y que por ello la creación cultural vasca debe depender de organismos culturales franceses.
La República se jacobiniza. Y cuanto más lo hace, más semillas de rebelión se siembran. Bien lo saben los notables de derechas y de izquierdas, dispuestos a defender con uñas y dientes el ICB. Más les vale. Saben que si no lo hacen tendrán que entonar antes o después un «au revoir Pays Basque». Por eso ya hay conversos no ya de la descentralización sino de la autonomía.