Están furiosos y no pueden ocultarlo. El fiasco de la manifestación del sábado -que tratan de maquillar con capas de desvergüenza- les ha puesto los pelos de punta y ahora se lanzan a degüello para poner sordina a la evidencia.

Ayer Carlos Dávila, en un artículo titulado «De nuevo, reuniones con ETA», clamaba en «La Razón» por la «rebelión cívica» contra Zapatero y aún eso le parecía escaso: «Poca cosa es para definir hasta dónde debe llegar la insurrección pacífica y electoral de los españoles ante Zapatero».

Y, ¿en que se basaba Dávila para acumular y transmitir tanta ira? Como no podía ser de otra manera, en el penúltimo ejemplo de antiperiodismo: «El rumor ya es clamoroso. Zapatero está, de nuevo, reuniéndose con ETA. Hasta ahora las evidencias son la publicación de la síntesis del acta que elaboró la Policía tras una nueva negociación en Austria, el conocimiento que tienen los servicios de inteligencia españoles de dos, al menos, dos encuentros en Francia, más concretamente en Dax y musitadas informaciones que llegan de personas que han conocido y conocen muy bien la personalidad de los contertulios de una y otra parte». Más que a evidencia toda esta «información» lo que suena es a patraña, ¿verdad?

Y no para el tío: «Cuentan los que lo saben que el próximo día 28, o sea, este mismo miércoles, los facinerosos volverán a sentarse en la misma mesa que el Gobierno. En esta ocasión Zapatero incluso les pide colaboración para hallar un argumento en el que apoyar su repetida candidatura a la Presidencia del Gobierno. No es preciso utilizar gruesos adjetivos para calificar este humillante ruego». ¿Cuando habla de «los que saben», a quién se refiere? Para mí que este tío ha enfermado.

Y ahora Dávila habla también del futuro, eso sí, sin enseñarnos más bola que su brillante cabeza: «La pasividad -por lo menos, pasividad- del Gobierno a evitar la criminal comparecencia de ANV no es ni gratuita, ni únicamente irresponsable: lo hace porque forma parte del nuevo paquete de intercambios que está gestionando con ETA». A este, o le engañan como a un chino o sencillamente se cree sus propios delirios. Que se lo haga mirar por un especialista. Es decir, que busque la ayuda de uno «de los que saben» -sobre asuntos de salud, por supuesto-.