David Fernandez Grup de Treball 18/98 Barcelona
18/98. Cuando el fascismo aúlla...
Tiempo al tiempo. Sabino, Pepe, Teresa, Salu, Miriam, Nekane, Imma... Somos tiempos al tiempo. Precipitadores de la cuenta atrás, sin más fuerza que nuestras vidas de compromiso Desde Alemania, como Aznar desde Turquía cuando anunció el cierre de «Egin», Rubalcaba vuelve a enterrar a Montesquieu
Aúlla el fascismo cuando McCarthy arrasa puntualmente en Euskal Herria un viernes de otoño al mediodía, transmutando en hooligans togas de Audiencia Nacional. Arrecia el temporal liberticida en la era de la Inquisición, camuflada en la teoría basta y devastadora del entorno. Somete en la lógica profiláctica e higienizadora de la peste y los apestados, con años de plomo judicial contra quien levante el dedo a los designios inescrutables del poder. Viola cual Millan Astray -«¡muera la inteligencia!»- en papel judicial de déspota sentencia hispánica. Sigue aullando, Garzón triunfal mediante, reconvertido en Videla Baltasar, el futurible Nobel de Literatura-Ficción que reedita la máxima ideológica de la junta militar argentina: «terrorista no es sólo quien pone bombas, sino quien opera contra nuestra civilización occidental y cristiana». Argentina, 1976. Euskal Herria, 2007.
18/98. Estrasburgo por el forro. Lo anunció la magistrada Murillo y lo han cumplido. Con eficaz puntualidad represiva anunciada. Por anunciación, lo anunció hasta «The Times», poco sospechoso de estar a la izquierda de Dios, hace años. En 2002, cuando el rotativo británico alertaba de la existencia de un nuevo GAL de cuño judicial y genética política. No secuestra, no entierra en cal viva, no asesina, pero hace añicos -hoy, ahora y aquí- derechos civiles y políticos, excepcionaliza la disidencia y cierra periódicos, proyectos y asambleas. Arrasa vía judicial y bombardea vía penal en un ejercicio sistemático de destrucción del antagonista histórico.
Eso y nada más que eso. Que el fascismo aúlla, la máquina enloquecida devora al inventor y se va a palos hasta con la zanahoria al calor de la mercadotecnia electoral española. Desde Alemania, como Aznar desde Turquía cuando anunció el cierre de «Egin», Rubalcaba vuelve a enterrar a Montesquieu. Anunciando los rehenes secuestrados de la última encuesta electoral del PSOE. Guión prescrito repetido como tragedia por los bufones de la persecución: éxito policial, riesgo de fuga, espectacularización del operativo. Estragos de siniestra razón de estado que opera desde el búnker de guerra de la Audiencia Nacional. Auténtico museo de los horrores, verdadero TOP posmoderno, pesadilla real para tantos y tantas. Caverna de la arbitrariedad y albergue de la imposición, de clausura urgente hoy antes que mañana y cuanto más pronto mejor.
Ya lo advirtió Acebes con la Ley de Partidos y con sonrisa de hiena: «por fin tenemos Derecho Penal de Enemigo». Pocos sopesaron quién era el padre de ese engendro del Derecho. Carl Schmitt, álter ego judicial de un austriaco llamado Adolf Hitler. Salvando las distancias y el exterminio físico, todo el cuerpo ideológico del estado de excepción permanente del III Reich lo podremos leer el 10 de diciembre. Cuando atónitos y catatónicos asistamos a su consagración plasmada en sentencia judicial firme. Esa es la alarma reiterada que sonaba el pasado viernes de madrugada en tierras vascas. Allí desfilaban, mal disfrazados de Cart Schmitt y Torquemada, el gobernador de Wisconsin y sus acólitos uniformados, la caza de brujas y el odio atávico, el Cid Campeador y Santiago y cierra España... Convirtiendo el estado de desecho en aplastante derecho del estado al asalto de Euskal Herria. Secuestrando ideas, proyectos y personas, fagocitados por las cloacas estatales de la guerra sucia judicial.
Sintetizando. Para los despistados, no hace falta volar a Guantánamo para valorar los daños colaterales de la guerra preventiva contra todo lo que se mueva; de la guerra global permanente que ha incorporado la disidencia política y social como nueva modalidad de criminalidad y nueva «amenaza a la democracia»; del apartheid lacerante de tipificar a la izquierda abertzale como un nueva forma de delincuencia. Paradojas etimológicas, si terrorismo es dominación por el terror, el metafalangismo de catarsis («a por ellos») domina in pectore por el terror judicial, ampliando -cual Midas y difusamente- el delito de terrorismo a todo lo que toque. En la farsa de estafas de la deriva autoritaria de la excepcionalidad penal, procesal y penitenciaria que nos asedia.
La pregunta, como el Borbón que Franco nombró, va desnuda. ¿Qué hay que hacer para deconstruir toda la arquitectura represiva que afecta a las libertades de todos? ¿Y cuánto tiempo hará falta para reconstruir la razón democrática? ¿Para acabar con la lógica perversa de la guerra? Tiempo al tiempo. Sabino, Pepe, Teresa, Salu, Miriam, Nekane, Imma... Somos tiempos al tiempo. Precipitadores de la cuenta atrás, sin más fuerza que nuestras vidas de compromiso. Euskal Herriko askatasun langile, luchando contra el crono de la tiranía. Que dure lo menos posible es la tarea. Y en ese tajo cada minuto cuenta. Aunque rompan los instrumentos, habrá que seguir con la música. A capella o a la intemperie, qué más da. A estas alturas de las hostias recibidas, vamos a seguir componiendo, entre todos y para todas, nuestra propia partitura, que es lo que quieren evitar y reventar.
Ya lo dice todavía hoy Mumia Abu Jamal desde el corredor de la muerte: «Hay quién dice que resistirse al sistema es una locura. Pero lo que es una locura es no hacerlo». Apliquemos la lucidez del resistente afro-americano a Euskal Herria, al Estado español, prisión de pueblos y sonrisas, y tendremos la raíz cuadrada de los tiempos por venir. Cuando pensar y comprometerse ya no sea delito y se abran las alamedas de la libertad. Hasta entonces y mientras tanto, y con la urgencia de la denuncia, el apoyo mutuo y la solidaridad, un abrazo colectivo desde los Països Catalans. Y tiempo al tiempo. Que somos tiempo al tiempo.