REAL La Junta del viernes dejó aspectos positivos como la rebaja de la crispación y otros para la reflexión
La atomización, la unidad y el respeto a los accionistas
La renuncia de Badiola a adquirir el 35% coincidió con peticiones de unión y mejor reparto del capital social
Joseba ITURRIA | DONOSTIA
Al margen de las cuestiones económicas, la Junta de Accionistas del viernes merece un análisis sereno en el que los aspectos positivos deben prevalecer sobre los negativos en la necesidad de que este club recupere la unidad que necesita para solventar la crisis que atraviesa.
Lo más positivo del viernes es la sensación de que se dan las circunstancias necesarias para lograr la unidad en torno a una única candidatura que aparecerá en los próximos días con empresarios guipuzcoanos que deberían hacer un esfuerzo para aglutinar todas las sensibilidades y en la que debería entrar la persona protagonista de las últimas semanas. Así podrá demostrar si realmente se pueden acceder a las vías de ingresos en China que defiende y podrá comprobar desde dentro, y trasmitir a los que quieren ver manos negras, que la situación económica actual de la Real se debe sencillamente a que vive por encima de sus posibilidades, sobre todo por lo gastado en los últimos años en traspasos y fichas de jugadores que no han dado el rendimiento esperado.
Badiola debía renunciar a sus condiciones para poder lograr la unión que todos ven que es necesaria y sería bueno que la candidatura que se presentará sea capaz de darle un papel que se debería ganar él en función de confirmar en mayor o menor medida su capacidad de generar ingresos en Asia. Sería bueno que todos se unan y que sólo haya una opción porque las elecciones han sido la principal causante de la división en este club y, por muy claro que sea el resultado, habrá un sector que no lo va a aceptar.
Un resultado contundente
Eso se comprobó en la Junta del viernes. Las propuestas del Consejo fueron rechazadas por una media del 20% de las acciones que participaron y éstos entendieron que el resultado se debió al voto de los grandes accionistas. Porque algún accionista dijo que el voto delegado daba el 71% que apoyó las propuestas del Consejo, pero olvidó que APARS anunció que acudía a la Junta con un 6,2% del capital social (8.155 acciones) y que iba a votar en contra. Porque los que quisieron votar que no acudieron o delegaron en APARS u otros y entre todos votaron en contra del cierre del ejercicio anterior suponen 11.070 acciones, un 8,4% del capital. Y por lo menos un gran accionista como Jordi Cantillo con más de 600 acciones, votó que no. Y Badiola es un gran accionista con sus 500.
Es una trampa simplificar que en una elecciones van a decidir los grandes cuando la mayoría de los principales como Astore, Kutxa, el ayuntamiento de Donostia o el DV y otras empresas que tienen intereses comerciales con el club o la Federación Guipuzcoana siempre se van a abstener. Por ello los grandes accionistas -entendiendo como tales aquellos que tienen más de 31 acciones y que suman entre todos 42.440, un 32% del capital social- nunca van a ganar por sí solos unas elecciones porque de esas acciones cerca de 10.000 no van a votar nunca. Y basta un 5% del capital para convocar elecciones al Consejo en cualquier momento.
El pequeño accionista decide
Pero da igual, cualquiera que sea el resultado de una votación no va a ser aceptado. Ganarán los grandes accionistas y el PNV, que paga su empeño por querer manejar todo, cuando nunca ha apoyado a un candidato tanto como a Astiazaran y éste necesitó tener toda la información de los accionistas e ir puerta por puerta para recabar el apoyo de muchos de los pequeños y, con todo, sumó menos acciones que Gallo y Gibelalde juntos.
En unas elecciones la decisión la tienen los pequeños accionistas y así Astiazaran y Denon Erreala ganaron con ese apoyo. Los 9.978 que tienen entre una y cinco representan un 30% del capital, los 2.706 que suman entre seis y diez suponen un 18% y los 1.534 que suman entre once y treinta representan un 20%. Es decir, entre estos bloques representan un 68%, que con las abstenciones seguras de algunos accionistas importantes en las elecciones, el porcentaje de este sector estaría más cerca del 80% que del 75%. Pero da igual, en unas elecciones no se va a aceptar un resultado en la Real y por eso es fundamental que no las haya y que todos los que quieran presentarse para gestionar la Real sean capaces de lograr un consenso y vayan unidos.
Pero también hay que dar pasos para que haya una mayor atomización. Uno está seguro de que Astore y la familia Azpeitia, que son los dos que tienen más del 2% del capital social que se establece como tope, no compraron las acciones para dominar el club, sino para ayudarle económicamente y que estarían encantados de quedarse con el 2% y de vender el resto de acciones a los 102,16 euros que las compraron para acabar con esta situación que les incomoda.
Dos intervenciones a contemplar
En ese sentido hubo dos aportaciones interesantes en la Junta. Uno pidió que se estableciera un mecanismo para que los que tienen más las repartan a los que no tienen y otro insinuó que la ampliación de capital se redujo a seis meses haciéndola coincidir con una fuerte subida de abonos para que los abonados no pudieran comprarlas.
Ahora los abonos han bajado un 20% y, sin límites de tiempo, uno animaría al nuevo Consejo a que hagan de intermediarios para que todo aquel que lo desee pueda comprar sus cinco o diez acciones a los accionistas que superan el 2% o a otros que quieran renunciar a algunas. Si se consigue eso y realmente los aficionados que se quejan de falta de atomización compran cinco acciones, un 7% del capital pasaría de los grandes a los pequeños y el 75% estará en manos de estos y un 25% en aquellos. Porque uno espera que si llega algo de dinero con el nuevo Consejo no sea a través de una ampliación. No se puede defender la atomización cuando Badiola propone comprar el 35% y luego reducirla con otros empresarios guipuzcoanos.
En ese afán constante de buscar culpables que desangra social y económicamente a la Real, una vez satisfecho el deseo de cambiar de Consejo, el viernes le tocó a Iñaki Otegi ver cómo se pedía que se desvelara su contrato y se votara incluso allí su despido. El gerente, bien defendido por Juan Larzabal, no tuvo problemas en decir que «en caso de despido improcedente me correspondería cobrar 45 días por año trabajado como a cualquier trabajador» para desmentir que su despido obligaría a pagar un blindaje al estilo de los que ha tenido que soportar el Athletic con la salida de Otxoa y Núñez.
Evidentemente, el despido de Otegi tendría un coste grande para la Real por su cargo y porque lleva casi treinta años en el club, pero su salida no se puede discutir por su coste, sino porque es el profesional más importante de la Real y el que mejor conoce todos los entresijos del club y del fútbol. Si en los años anteriores hubiera tenido la importancia que tiene ahora y que tenía con Luis Uranga la Real no estaría en la crisis actual porque desde su conocimiento de la Real sabe como nadie que cada gasto debe mirarse al máximo porque los ingresos son muy limitados y eso es lo que le ha faltado a la Real estos años. Por suerte, todos los que piensan entrar al club asumen eso. Lástima que no lo entiendan aquellos que critican las gestiones económicas, pero al mismo tiempo piden rescisiones de personas válidas que llevan muchos años en el club, con el coste que eso tiene, y fichajes.
No aceptar la votación. Los que quisieron votar que no acudieron, incluido algún gran accionista, o delegaron en APARS y alcanzaron un 8,4% de un capital en el que el 68% lo tienen pequeños accionistas.
Tras la Junta del viernes se dan las condiciones para que sólo se presente una candidatura que aglutine al máximo de sensibilidades, incluido Badiola, y que acabe con la división social.