Casting, ventanas y rostros nuevos
Ines INTXAUSTI
Crítica de televisión
Si les dijera que soy fiel seguidora de «Pilotari» seguramente no se lo creerían. Pero es así. Lo confieso sin pudor. No es el producto -la producción- en sentido estricto lo que me atrae de la serie dominical y nocturna (suena a eneuresis, my jok!). No, no es eso. Cuando la veo me da la sensación de estar cotilleando acerca de mis vecinos. Como normalmente no lo hago, porque en mi portal es difícil seguir el hilo narrativo de las decenas que por allí, legal o ilegalmente, pasan, me entretiene muchísimo asomarme a la ventana indiscreta de la telebista para curiosear en las vidas de los jóvenes pelotaris, sus novias, sus familias, sus vecinos, sus amigos, sus enemigos... Es un culebrón muy nuestro que ya desde su inicio parecía querer abordar temas más escabrosos y actuales que otros folletones de EITB de línea blanca (he dicho línea, no raya).
Otra de las características del producto que también me pone es la novedad del casting: caras jóvenes y nuevas, sangre limpia para la big morcilla televisiva. Que el mundo es de los jóvenes es tan real como aparente, valga el oxímoron. Se supone que, además, el mundo cambia a la velocidad del hombre. Cuando es joven, crea. Así que los ciclos creadores esenciales vienen marcados por la contemporaneidad generacional a la hora de trabajar en todos los ámbitos, de significar, de ostentar el poder y en definitiva de pertenecer a un grupo -Cobra, Generación del 27, Gaur, Bauhaus, Bloomsbury y otros mil más- que marca unas pautas históricas en el devenir social y es reconocido por el resto que compone la sociedad. Y ¡olé la mercificación! En la teleserie «Pilotari» las caras nuevas son las que definitivamente me llevan a querer familiarizarme con ellas. A Maitena Salinas le imagino un nutrido rebaño de seguidores, entre los que me incluyo, cómo no. Es una mujer joven y televisiva, dos cualidades fantásticas para triunfar. Sin desmerecer, el resto del reparto, Iñigo Aranbarri, Amane Ibañez, Iban Malo, Xabi Ortuzar, Aintzane Gamiz, también son jóvenes. Y televisivos. Medio camino hecho y un montón de complejos ahorrados.