Asamblea general del PNV
Urkullu dice a Madrid que su Euskal Herria cabe en la Constitución
Iñigo Urkullu fue elegido presidente del EBB por unanimidad de los 72 miembros de la Asamblea Nacional. En su discurso lanzó un mensaje directo al presidente del Gobierno español: «Queremos el derecho a decidir desde un sujeto político reconocido. Un sujeto político que entendemos tiene cabida en la interpretación leal de la Disposición Adicional de la Constitución. No queremos decidir para dividir, sino para sumar».
Iñaki IRIONDO | BILBO
En medio de una escenografía cuidada -potente pero sin excesos-, el nuevo presidente del EBB, Iñigo Urkullu, entró en el auditorio del Euskalduna con el público puesto en pie, precedido del actual EBB y acompañado de su antecesor, Josu Jon Imaz, y del lehendakari, Juan José Ibarretxe. Todo el público -asambleístas, cargos institucionales e internos del PNV y simpatizantes en general- aplaudía. ¿Todos? No. En un asiento de las primeras filas, junto al pasillo por donde pasaron Urkullu y los demás, Xabier Arzalluz permanecía sentado, con las manos cruzadas. Se había levantado y aplaudido brevemente al principio, pero no se sumó a la algarabía general. Tampoco estuvo especialmente efusivo a lo largo de todo el acto. Sí que aplaudió de pie -aunque sin exceso de entusiasmo- a la conclusión del discurso de Urkullu. Arzalluz es un hombre sobrio.
Iñigo Urkullu fue elegido ayer por unanimidad como decimosexto presidente del EBB en los 112 años de historia del PNV y asumió su nueva responsabilidad «en primera persona». «No quiero escudarme al abrigo de un equipo plural, digno y solvente -afirmó- Sé lo que de mí se espera: decisiones acertadas, arbitrio en el debate, comunicación sin interferencias con la sociedad vasca, y adaptación del partido a los cambios sociales y políticos producidos en nuestro país, en Europa y en el mundo. Lo voy a hacer. Lo vamos a hacer», afirmó.
Tal asunción de responsabilidades personales no es habitual en este tipo de discursos. Pero, en contraposición a este pasaje de su alocución, puede destacarse que cuando se refirió a «la búsqueda de la paz» y afirmó textualmente que «nuestra sociedad está enfadada con los políticos», empezó a hablar de éstos en tercera persona del plural «[ellos] tan proclives a llegar a acuerdo en lo que respecta a los intereses más materiales y pequeños, y tan calculadores y egoístas cuando del interés grande se trata: la paz».
La negociación, con taquígrafos
En este terreno, el de la búsqueda de la paz, fue en el que Iñigo Urkullu lanzó un primer anuncio de fondo, de los que se supone que marcan la estrategia de un partido. Criticó que ni ETA ni el Gobierno español hubieran afrontado el proceso negociador con todas las consecuencias. A ETA le acusó de «mantener el dedo en el gatillo aunque no dispare, mientras dialoga». Y de «los gobiernos de España» dijo que «no parece que se han empeñado en un auténtico y definido diálogo porque temían, temen, que fracasar supone, pue- de suponer, perder el poder, lo que de ninguna manera se plantean».
En este contexto volvió a presentar al PNV como invitado o árbitro. «Nosotros -afirmó- hemos participado en diálogos ya entablados cuando ETA y el Gobierno de España nos han convocado, bien porque el diálogo estaba enquistado, bien porque ante los síntomas de fracaso se nos quería a modo de copartícipes-testigos». No dijo nada de las conversaciones de Loiola, donde no estaban ni ETA ni el Gobierno español, sino el PSOE y Batasuna, y donde el PNV jugó el papel que libremente eligió.
El referido mensaje de fondo en este terreno fue el de que «no acudiremos a ningún diálogo resolutivo que, en el futuro, ETA y cualquier gobierno de España puedan entablar, que no tenga una habilitación parlamentaria, un control parlamentario y una sanción parlamentaria, vasca y española».
Luego explicó que «sólo la representación popular en su sede natural, el Parlamento, puede garantizar el éxito del diálogo o asumir sin mayor coste el fracaso del mismo. (Sin duda existen fórmulas y, si no, las inventaremos para que puedan estar representadas todas las sensibilidades políticas). La falta de transparencia democrática y el oscurantismo han venido siendo la oscuridad en la que `todos los gatos eran pardos'».
Con la izquierda abertzale
Urkullu se diferenció de su antecesor, Josu Jon Imaz, en que no dio muestras en su discurso de especial inquina personal contra el conjunto de la izquierda abertzale. Sí se posicionó abiertamente contra ETA, a la que le expresó su «desprecio».
Pero señaló, al tiempo, que 50 años de pervivencia de ETA «ponen ante nuestros ojos una realidad y un reto. La realidad es una izquierda radical abertzale que conjuga su sumisión a ETA con una presencia social ineludible. El reto es la mejora de la democracia, del funcionamiento de nuestras instituciones; es la ampliación del espacio público favoreciendo otras formas de participación social; es el aliento a las reivindicaciones nacionales vascas; es la acogida de los nuevos vascos, la inmigración...»
A esto añadió: «Contra ETA, más democracia. Con la izquierda radical abertzale, todo un mundo a construir conjuntamente... si se disocia del terror».
Los mayores aplausos a Iñigo Urkullu, en cualquier caso, se produjeron cuando hizo referencia a la propuesta del lehendakari y a la intención del PNV de defenderla «con firmeza y convicción».
En este contexto, el nuevo presidente del EBB aclaró que «la pretensión actual de que se reconozca nuestro derecho a decidir es, una vez más, un derecho restringido y autolimitado. No se trata del derecho a la secesión, sino al modo y manera en que se establece la relación entre Euzkadi, y de Euzkadi con España y Europa dentro del Estado español y Europa».
A continuación, quiso enviar un mensaje directo al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmando que «queremos el derecho a decidir desde un sujeto político vasco reconocido. Un sujeto político vasco que entendemos tiene cabida en la interpretación leal de la Disposición Adicional de la Constitución. No queremos decidir para dividir sino para sumar, para intentar traer ilusión a esta sociedad».
Y avisó: «Dar un nuevo portazo a las posiciones constructivas del nacionalismo vasco de vocación institucional situaría al PNV ante la tesitura de analizar seriamente si su estrategia de concordia o de cohabitación compartida y correspondida tiene o no mayor recorrido».
Urkullu no es un gran orador, pero ayer marcó su terreno de juego inicial, y conectó con quienes llenaban el Euskalduna.
En el discurso de Iñigo Urkullu, que duró cerca de una hora, hubo un espacio también para hablar de cuestiones sociales. Apuntó que los vascos somos «uno de los pueblos más envejecidos de Europa» y «al mismo tiempo, uno de los que tienen una menor tasa de reposición», por lo que «vamos a seguir siendo los mismos en número durante mucho tiempo». Considerando que «eso es un déficit mayúsculo en un tiempo de grandes cambios», concluyó que «fomentar la natalidad es un objetivo estratégico nacional».
El nuevo presidente del EBB hizo un llamamiento a remover «los hábitos individuales de cada cual (empresas, vida familiar, asociaciones privadas)» que se constituyen en los obstáculos que impiden a las mujeres «llegar a donde deben» y les sitúan «ante el dilema de profesión o maternidad, vida propia o empleo».
Iñigo Urkullu habló también en su discurso de los trabajadores, además de los empresarios. Defendió la «justeza en la redistribución de las rentas» y el papel que en ella cumplen los sindicatos. Aseguró que «el sindicalismo vasco, objeto a veces de severas críticas por sus reivindicaciones extrañas a las posibilidades reales e injustas con los esfuerzos realizados, debe ser, aún así, escuchado con atención». Apuntó al respecto que dedicará «el tiempo necesario para restablecer el diálogo social» y que tendrá «en mucha consideración los consejos y propuestas que puedan provenir desde el sindicalismo que comparte un proyecto de construcción nacional y social».