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Josebe EGIA

En el ojo del huracán

 

Cada día sumo una razón más para no querer ser española. Ni lo soy, ni quiero serlo, por mucho que se empeñe todo el imperialismo español. Como yo, otras tropecientas mil personas, muchas de ellas encarceladas simplemente porque, haciendo uso del más elemental de los derechos, trabajan por la construcción nacional de Euskal Herria y reivindican el derecho a decidir de su ciudadanía. El PSOE y sus corifeos, sin ningún pudor, nos aplican normas excepcionales y, transgrediendo lo que un estado democrático de derecho exige, se ampara en la Audiencia Nacional para llevar a cabo verdaderas razias por motivos electoralistas, sin importarles un bledo la alarma social que ello genera.
Saben que no había riesgo de fuga de las personas juzgadas bajo la pantomima del 18/98. Si alguien hubiera pensado en fugarse ya lo habría hecho, pues las personas implicadas estaban esperando lo que ya es una realidad –la arbitrariedad de una sentencia que pone «broche de oro» al circo en que convirtieron ese sumario– conscientes de que este año no comerían el turrón en casa. Besarkada handi bat denontzat.
¿Que se comete una injusticia sabiendo, como saben, que se ha condenado a personas como Sabino Ormazabal que por activa y pasiva buscan medios democráticos y pacíficos para dar una solución al conflicto vasco? ¡Qué más les da!, si lo que buscan son réditos electorales fuera de nuestra muga para que no crezca el PP.
Cálculos que les llevan a no legislar sobre el aborto. Tampoco les importan los derechos reproductivos de las mujeres, el derecho a decidir sobre algo de lo que somos dueñas: nuestros cuerpos. En junio se volvió a rechazar una proposición no de ley de IU-ICV para despenalizar el aborto en sus primeras 14 semanas. La diputada del PSOE Pilar López aseguró que su grupo comparte «en esencia» el fondo de la propuesta, pero señaló la necesidad de «un cambio tranquilo y consensuado». Se han saltado su propio programa electoral, y en el que viene ni siquiera lo mencionan. Siempre a vueltas con la doble moral, eso sí, a costa de las más pobres, porque a nadie se le escapa que quien tiene dinero aborta.
Mientras, hay muchas mujeres que exponen su vida por tener que abortar clandestinamente. Desde quienes toman Cytotec, un fármaco para el estomago que provoca el aborto pero que conlleva graves riesgos, hasta quienes se lo hacen en casa ayudadas por mujeres que no están preparadas para ello. En 1985 se despenalizó el aborto en tres supuestos –derecho que las navarras no pueden ejercer en su tierra– y, tras 22 años en vigor, esa ley sigue siendo insegura: cualquier profesional que realice un aborto o mujer que aborte pueden ser llevados ante los tribunales. ¡Con lo que le gusta al fascio recurrir a ellos!
Estamos en el ojo del huracán. Ese momento de calma chicha antes de que empiece a arrasar con todo lo que pilla. Pero que no se engañen, siempre queda algo en pie sobre lo que poder seguir construyendo. Y lo haremos. ¡Vaya que lo haremos!

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