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CRÓNICA Titín saca su esencia de (re)matador y rinde el mejor homenaje a su padre

Titín saca su esencia de (re)matador y rinde el mejor homenaje a su padre

Augusto Ibáñez ganó la primera txapela individual de su carrera en el ogeta de gasteiz tras imponerse a Abel Barriola por 22-15 en una final rápida y trepidante. Titín impuso su juego de aire desde el principio y dedicó el triunfo a su padre.

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Asier AIESTARAN

«Esta txapela es para mi padre. Él fue quien me metió en esto. Él fue quien me enseñó los valores del deporte y quien me enganchó a la pelota. Tanto él como mi madre trabajaron muy duro para sacar adelante cinco hijos. Era de pocas palabras, pero donde quiera que esté, estoy seguro de que me habrá estado ayudando». Son las emocionantes palabras con las que Augusto Ibáñez hijo homenajeó a su difunto padre sin poder aguantar las lágrimas.

Y es que el delantero de Tricio no pudo rendir mejor homenaje a su padre, fallecido una semana antes y que no pudo ver en directo cómo su hijo, con un juego de dibujos animados, ganaba su primera txapela individual. Sin duda, es una auténtica pena que Abel Barriola se quede, una vez más, a las puertas de la gloria, pero tampoco cabe duda de que Titín se merecía el triunfo más que nunca.

Con 38 años y camino ya de los 39, más de 1.300 partidos de categoría profesional a las espaldas, un juego rápido y habilidoso que, por desgracia, ya no se lleva demasiado, y tras dos intentos frustrados de calarse la txapela de la jaula en sendas finales del Cuatro y Medio, en 1997 y en 2003, Titín III hizo estallar de alegría a los numerosos aficionados riojanos que ayer poblaron las gradas del Ogeta gasteiztarra.

Lo hizo sin miramientos, con el juego eléctrico que en él es habitual, y con un comienzo trepidante que hipotecó las opciones de Abel Barriola para llevarse el triunfo. Y eso que el de Leitza no arrojó la toalla hasta el último pelotazo del último tanto. Un esfuerzo titánico que no tuvo premio. El navarro pierde su tercera final en menos de un año y el balance del Cuatro y Medio comienza a ser preocupante: una txapela en cinco finales disputadas.

«Algo falla. Pincho en los momentos clave. Puede ser que en las finales tenga problemas con los nervios. Es verdad. Pero no creo que sea por la presión. Yo he jugado partidos muy importantes con muchísima presión y he respondido bien y he podido ganar. Incluso ha habido partidos en los que he ido por detrás y he acabado dando la vuelta al marcador. Hoy mismo, por ejemplo, el partido se me ha puesto muy cuesta arriba y he logrado dar la vuelta a la situación y meterme en el partido», explicaba Abel con la tristeza lógica de quien llega a la final y se queda sin el premio.

Monumento al remate

Titín sentenció el partido en la primera mitad. O eso parecía entonces. Aunque al riojano le tocó restar en el primer saque, no tardó mucho en enredar a Barriola y terminar su primer tanto con un remate de aire al ancho. Iba a ser el primero de una docena que abriría una auténtica brecha en el marcador. Sacando muy muy largo y entrando de aire casi siempre fue sumando dejadas y ganchos hasta llegar a los increíbles 15-3 y 16-5 en el luminoso.

Con la pelota de Titín, Barriola no podía quitar el aire a su oponente y cada resto era una invitación de remate para el riojano que, en esa primera mitad, no falló ni una. Abel, en cambio, sí cometió algún que otro error, como una inoportuna falta de saque cuando el marcador mostraba el 6-3 y el de Leitza comenzaba a nivelar el resultado.

El propio Titín reconoció tras el partido que «al principio me ha salido todo. He comenzado muy centrado el partido, he tenido un pelín de suerte y Abel no gozaba tanto la pelota o, por lo menos, yo gozaba más». La reflexión la confirmaba Abel Barriola, que no puso ninguna excusa a esos primeros tantos: «Hasta el tanto 15 lo ha hecho todo perfecto. Yo he tirado alguna pelota bajo chapa, pero ha sido porque he llegado muy forzado y he intentado quitarle el aire. Al final, es lo que pasa, te acaba precipitando».

Para entonces, el de Leitza había solicitado ya tres descansos de los cinco reglamentarios y los consejos de su botillero Joxton Olaetxea parecían caer en saco roto. Pero Abel Barriola no es de los que dan un partido por perdido y una preciosa dejada en el ancho le permitió coger el saque. Había decidido comenzar a arriesgar más, no le quedaba otro remedio, y le iba a dar muy buen resultado.

Abel lo tuvo en sus manos

Con su pelota y el saque como arma principal -sólo hizo dos tantos porque Titín restó a las mil maravillas-, las tornas cambiaron. Barriola encadenó ocho tantos consecutivos y de un clarísimo 16-5 se pasó a un 16-13. El partido estaba totalmente abierto y justo entonces, cuando mejor lo tenía, llegaron tres errores de Abel -de los poquitos claros que hubo- que decantaron el encuentro a favor de Titín.

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