Raimundo Fitero
Y un jamón
Si uno de los hermanos Marx pedía insistentemente, «y un huevo duro», en aquel camarote abarrotado, el dicho popular decía «y un jamón», cuando no tenía algo claro. Incluso había quien aseguraba que ese jamón debía ser con chorreras, asunto que todavía provocaba una imagen más olímpica. Al hilo de las últimas noticias, dentro de un tiempo, pongamos veinte años, el jamón será una añoranza, algo que saldrá en «Cuéntame», porque la serie, al paso que van, seguirá todavía en la transición, haciendo una versión histórica tan retorcidamente incorrecta para la memoria que se podrá mantener como un trofeo de insustancialidad, a la que solamente se le puede atender como un muestrario de utensilios, batas y vestidos camp.
No soporto esta serie, me parece una de las más trucadas, un cúmulo de desavenencias con la realidad, una ocultación de la verdad histórica. Pero si declaro mi desafección permanente a esta ficción meliflua, proclamo ni vocación por los programas dedicados al campo, al mar, es decir al mundo agropecuario y a la pesca. O sea, a aquello que actualmente nos trae de cabeza porque se disparan sus precios, sin que comprendamos que se pueda subir a la vez el precio del petróleo y del pan aduciendo las mismas causas. Me encanta ver el cambio que está produciéndose en las explotaciones agrarias, en las ganaderas y la cantidad de piscifactorías que nos proporcionan pescado para nuestros menús.
Pero llega un negro nubarrón: ya se comercializa oficialmente el jamón de la marca Fermín en los Estados Unidos, y a China se exporta jamón, pero sin hueso. Alarma: no hay bellotas para tanto. Ni en Rumania, lugar donde se crían muchos de los cerdos de denominación de origen peninsular y pata negra. El mercado se ha colapsado, y les juro por san Martín, que hay muchísimas maneras de dar jamón normal por ibérico. Las dehesas, el monte bajo, los trotes del cerdo enjuto y negrusco entre encinares, su curación con aires serranos van dando el color y el sabor a ese manjar. Pero no hay para todos. Lo comerán quienes paguen más. Así que aprovechen el tiempo, si quieren comer jamón del de verdad, del bueno, pidan un crédito rápido. Y se despiden.