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PROYECTO PARA CREAR UNA CIUDAD COMO LAS VEGAS

Hagan juego... en el desierto de los Monegros

«Gran Scala». Así es como ha sido bautizado provisionalmente el gigantesco complejo de ocio que un grupo de empresas británicas, australianas, estadounidenses y francesas quieren construir en pleno desierto de los Monegros, con una inversión de 17.000 millones de euros. Sería una especie de Las Vegas en Aragón, con casinos, hoteles, campos de golf, hipódromo, centro de convenciones, plaza de toros, etc., que albergaría a unas 100.000 personas.

Iñaki VIGOR

Dicen que va a estar por ahí», señala Antonio con su bastón de caña en dirección al «aeropuerto» de Castejón de los Monegros. Antonio nació hace 74 años en este pueblo oscense situado cerca de la muga con la provincia de Zaragoza, y siempre ha vivido en él. Durante todas estas décadas ha visto cómo su pueblo se ha ido despoblando, porque los jóvenes se resisten a quedarse en esta tierra abrasada por el sol. Como a casi todos los vecinos del pueblo, a este jubilado le parece «mucho bien» que construyan una ciudad de juego y ocio en medio de los Monegros, en un inmenso secarral donde el cielo casi siempre es azul y la tierra casi siempre es parda. Como curioso contraste, en la lejanía destaca la blancura del Pirineo, nevado en esta época del año. «Aquí lleva más de un año sin llover, pero nunca nos ha faltado agua. La traen de un canal que pasa por ahí abajo», vuelve a señalar Antonio con su bastón de caña. A pesar de ser día de fiesta y mediodía, en Castejón de los Monegros apenas se ve gente. Sus calles huelen a pueblo, pero a pueblo vacío, casi abandonado. El silencio sólo se ve roto por las jotas baturras que llegan desde algún altavoz y por las campanadas de la iglesia. Algunos vecinos mantienen la costumbre de tender la colada en medio del campo, bajo la fortaleza de la Virgen de la Lumbre. Una gigantesca bandera española a media asta recuerda a los dos guardias civiles muertos en Capbreton. Las pocas viñas que había antaño las han ido arrancando, los olivos son escasos y el poco verde que puede verse en esta tierra inhóspita lo aportan los árboles que suben en hilera hasta el cementerio.

Pero Castejón de los Monegros se encuentra cerca de la autopista Zaragoza-Barcelona, cerca del TAV Barcelona-Madrid y cerca de un gran canal de agua, aunque en esta época del año su caudal sea raquítico. Además, tiene «aeropuerto», al que se llega por una pista de tierra señalizada por un indicador a la entrada del pueblo. Con todos estos ingredientes, parece claro que la nueva ciudad del ocio, a medio camino entre Euskal Herria y Catalunya, estará ubicada en esta zona, en el triángulo formado por Castejón de Monegros, Valfarta y La Almoda. Cerca de ellos, pero al otro lado de la autopista, se encuentra Bujaraloz, localidad un poco más poblada que las anteriores. La distancia hasta Iruñea es de 250 kilómetros.

A 8 kilómetros de Castejón de los Monegros se encuentra La Almolda, en la provincia de Zaragoza. Este pueblo también ofrece una imagen de pobreza y abandono, que contrasta con algunos coches de alta gama y con la ostentación que un grupo de cazadores hace de sus vehículos, armas e indumentaria. Resulta difícil entablar conversación con los vecinos, porque apenas se ve nadie por la calle. Un pastor se acerca curioso al ver a alguien que no es del pueblo, como si fuera todo un acontecimiento. Se llama Santiago Pueyo, tiene 65 años y está jubilado, pero se pasea de aquí para allá con su perro y sus cien ovejas, intentando pasar el tiempo como buenamente puede. «Antes tenía quinientas ovejas, pero las otras cuatrocientas las vendí. Estas me las he quedado para entretener, porque aquí no hay otra cosa. Nos tenían que pagar por estar aquí», añade medio en serio medio en broma.

Un rápido vistazo a los alrededores basta para entender las palabras de este solitario pastor de manos recias y rostro curtido por el viento. Allí no hay nada, salvo escaso ganado, cabañas abandonadas y extensas tierras secas y pedregosas. Un fino color verde confirma que los mejores campos han sido sembrados, pero este año el cereal ni siquiera puede brotar por falta de humedad. «Cuando pongan los casinos ya tendrán dónde entretenerse. ¿Qué dice la gente del pueblo sobre ese proyecto?», le preguntamos. «Aquí todos queremos que lo hagan. Bueno, los que tienen las tierras igual no quieren, pero ya les pagarán bien, ya. A mí me parece que si hacen eso que dicen, los jóvenes no se irán del pueblo. Los que se casan y se van a Zaragoza, ya no vuelven. Si hacen eso de los casinos, igual algunos se animan a volver, y los pocos que aún quedan no se van», argumenta Santiago Pueyo mientras da órdenes al perro para evitar que se desperdigue el rebaño.

Parecidos argumentos los encontramos a 80 kilómetros de allí, casi en la otra punta de esta inmensa zona esteparia atravesada por la sierra de Alcubierre, donde las pocas y estrechas carreteras sólo ven pasar coches de vez en cuando. José María Alcubierre es concejal de Torralba de Aragón y consejero en la Comarca de los Monegros, donde ejerce de portavoz de la Chunta Aragonesista (CHA). En este municipio de 4.000 hectáreas de superficie están empadronadas poco más de un centenar de personas, pero realmente sólo viven 74. La mayoría de sus vecinos se muestran ilusionados con la idea de contar en esta desértica región con una ciudad de juego y ocio que, a priori, llevaría riqueza a la zona. «Aquí la mayor parte de la gente no se plantea si necesita casinos o parques temáticos. La gente está ilusionada porque nos dicen que van a crear 30.000 puestos de trabajo, y eso es lo que les importa. Lo reciben con los brazos abiertos, sin saber lo que hay detrás, porque se supone que va a traer riqueza», comenta Alcubierre.

El se muestra mucho más cauto, en principio porque todavía no se sabe con exactitud dónde se va a ubicar este descomunal centro de ocio, cómo se va a financiar, cómo se va a construir ni quiénes van a ser realmente los beneficiados. «Es un tema muy delicado. Se está hablando de cantidades impresionantes y en principio la gente parece muy satisfecha con este proyecto. Hay que tener en cuenta que Aragón es un país bastante deprimido, y a la gente, todo lo que sean inversiones le resulta atractivo, caiga quien caiga. En este país estamos tan jodidos -remarca- que cae bien cualquier proyecto de desarrollo, aunque sea estrambótico y loco, aunque caiga un parque natural, un ave en peligro de extinción o todo un ecosistema. A mí me hubiera alegrado muchísimo más que hubieran anunciado la creación de un centro de investigación, por ejemplo, en lugar de casinos y otros centros de juego».

«Esto es una barbaridad»

La situación del tejido empresarial en Aragón es una preocupación bastante generalizada, por lo que el proyecto «Gran Scala» es visto por muchas personas como una solución aceptable. Sin embargo, Héctor Martínez, portavoz de CGT, aporta una lectura más crítica: «En el último trimestre ha habido mil despidos por expedientes de regulación de empleo. Mientras tanto, el Gobierno de Aragón está destinando la mayor parte de sus recursos a la Expo de Zaragoza. El Ayuntamiento de esta ciudad también ha destinado a este evento el 50% de los presupuestos municipales, pero se están desatendiendo otras muchas cosas. La Expo se va a celebrar entre junio y setiembre del año que viene. Cuando este evento acabe, habrá entre 20.000 y 38.000 despidos en Zaragoza, según fuentes del Ayuntamiento y del INEM. Ahora anuncian que este proyecto va a suponer la creación de 30.000 puestos de trabajo. Más bien parece ser una cortina de humo. Como ocurre con la Expo o con la base de la OTAN, dicen que esta ciudad del ocio va a traer inversión, dinero, trabajo, tecnología... pero no cuentan nada de lo malo. Otros países han rechazado este proyecto, por lo que cabe suponer que no todo van a ser ventajas». Por todo ello, Héctor Martínez cree que el anuncio de crear esta descomunal ciudad en medio del desierto tiene como objetivo «disimular la penosa situación laboral que hay en la comunidad». Desde el punto de vista medioambiental, este sindicalista no duda de que el macroproyecto es «una barbaridad», teniendo en cuenta que los Monegros «es una zona muy especial, probablemente única en el Estado en cuanto a su biodiversidad, ya que se trata de un desierto con una vegetación propia y una fauna muy peculiar».

«Me parece una aberración ambiental»

Las repercusiones medioambientales de «Las Vegas» monegrinas también preocupan a Guillermo Sanz, biólogo y portavoz nacional de Puyalón, una corriente de opinión dentro de CHA que defiende valores más socialistas e independentistas que la línea oficial del partido.

«Hasta ahora sólo hay castillos en el aire. De hecho, yo todavía ni me creo que vayan a hacer algo así en los Monegros», confiesa Guillermo Sanz, quien advierte de que, si finalmente se hiciera esta ciudad, sería «una aberración ambiental».

«No nos pilla de nuevo las aberraciones ambientales que comete el Gobierno de Aragón. Ahí está Aramón, con sus pistas de esquí en Formigal, o la propia Expo. Hasta ahora estaban diciendo que querían hacer un parque nacional en los Monegros, y ahora dicen que quieren construir un megaparque del juego. Me parece muy bien la diversión, pero hay otras zonas para hacerlo. Los Monegros es un ecosistema muy sensible, una de las pocas zonas que nos quedan bien conservadas. La mayoría son hábitats protegidos por directivas comunitarias, pero seguro que buscarán un hueco entre los LICs y las ZEPAs para construir esa ciudad. A mí me parece que un proyecto así no es sostenible. El volumen de agua que necesitaría es bestial. ¿De dónde la van a sacar, cómo van a mantener todas esas infraestructuras?», se pregunta este biólogo.

El tiene muy claro que «sería un atentado ecológico para los Monegros» y que «se cargarían la estepa», pero también admite que «se revalorizarían los terrenos» y que alteraría el modus vivendi de la comarca. «Si al final lo hacen, yo creo que la gente hasta dejaría el tractor aparcado y se haría croupier», comenta con humor aragonés el portavoz nacional de Puyalón.

En el mismo tono, reconoce que muchas personas que ven este proyecto con buenos ojos «no son demasiado conscientes» de lo que supone. «Nos lo venden como algo que va a traer crecimiento económico. Pero crecerán cuatro -augura-, los de siempre. Los demás seguiremos siendo curritos que nos tendremos que ganar las habichuelas con el arado o echando las cartas».

Los argumentos de tipo medioambiental también son esgrimidos por César Corella, portavoz de Chobenalla, para oponerse al proyecto. «Yo veo más aspectos negativos que positivos, porque supondría urbanizar buena parte de los Monegros, que es una estepa con bastantes zonas protegidas. El modelo de desarrollo que esto plantea no es sostenible ni respetuoso, tanto desde el punto de vista medioambiental como social. Se trata -recuerda- de una inversión de empresas extranjeras que pretenden obtener beneficio a través de los casinos y del juego, por lo que éticamente no es aceptable».

«Todo gira en torno al juego»

José Luis Martínez, portavoz de Ecologistas en Acción de Aragón y miembro de la coordinadora «Aragón no se vende», mantiene una actitud bastante excéptica respecto a las dimensiones del proyecto que está planteando este grupo de empresarios, y sospecha que las cifras que se han presentado inicialmente «responden más bien a una intención publicitaria».

Este ecologista prevé que el problema del abastecimiento de agua a esa hipotética ciudad en medio del desierto va a ser una cuestión «clave», pero también se muestra preocupado por las repercusiones que puede tener el uso masivo del vehículo privado dentro de esta zona esteparia.

«Sería un proyecto que giraría casi por completo en torno al juego -añade José Luis Martínez-, con todo lo que ello conlleva. Está basado esencialmente en la idea de sacarle el dinero a la gente, con lo que lleva añadido de prostitución y otra serie de actividades. Sin duda, habrá gente a quien esto le parezca bien, pero a nosotros no nos gusta. No le vemos utilidad social, y además creemos que los empleos que se creen serían de baja calidad».

Se convertiría en la segunda ciudad más poblada de todo Aragón

Con sus 100.000 habitantes previstos, «Gran Scala» se convertiría en la segunda ciudad más poblada de Aragón, sólo superada por Zaragoza, que ronda los 600.000 habitantes. Entre las ciudades de Huesca, con unos 40.000 habitantes, y Teruel, con unos 30.000, ni siquiera se acercarían a la población prevista para «Las Vegas monegrinas», como algunos la denominan.

Aragón se caracteriza por su minifundismo poblacional, ya que 600 de sus 731 municipios no alcanzan los 1.000 habitantes. La comarca de los Monegros (conjunción de Montes Negros, como se conocía a la zona antes de que fuesen talados sus extensos bosques de pinos y sabinas) es una de las más despobladas. Está situada en la parte oriental de Aragón, a mitad de camino entre Euskal Herria y Catalunya, en la reseca meseta que se alza al norte del río Ebro. En la actualidad tiene 49 núcleos de población agrupados en 31 municipios pertenecientes a las provincias de Huesca y Zaragoza, que abarcan una superficie de 2.765 kilómetros cuadrados y una población que apenas sobrepasa los 21.600 habitantes. La densidad de población no llega a los 8 habitantes por kilómetro cuadrado.

Este singular paisaje, casi único en Europa, ha sido el elegido por un grupo de empresarios para levantar una ciudad que giraría en torno al ocio y al juego, y que recibiría, según sus expectativas, unos 25 millones de visitantes al año. El lugar exacto no ha sido desvelado todavía, pero Jaime Riera, uno de los pocos inversores españoles del proyecto, ha dado como pista que estaría «a una hora de Zaragoza».

La ciudad del ocio ocuparía una superficie de 2.000 hectáreas, estaría atravesada por dos carreteras de tres carriles y se podría circular por su interior en tranvía. Otro dato a tener en cuenta es que los Monegros están atravesados por la autopista Bilbo-Zaragoza-Barcelona y por el TAV, lo que facilitaría el acceso a este gran complejo de juego y ocio integrado por decenas de hoteles, casinos, campos de golf, hipódromo, plaza de toros y centro de convenciones, entre otras muchas instalaciones. La inversión que se baraja es de 17.000 millones de euros, con una previsión de creación de 30.000 empleos. Frente a las críticas de que no tiene en cuenta el desarrollo sostenible, sus promotores aseguran que las máquinas tragaperras, los parques de atracción y los hoteles funcionarán «en su mayoría con energía solar y eólica». En cualquier caso, la contaminación lumínica sería descomunal. En las noches claras se ve Zaragoza desde la cima de Elomendi. Con la nueva ciudad, no será necesario subir tan alto para ver su luminosidad. I.V

aberración

«Hasta ahora sólo hay castillos en el aire» confiesa el biólogo Guillermo Sanz, quien advierte de que, si finalmente se hiciera esa ciudad, sería «una aberración ambiental», al estilo de las ya realizadas en Aramón (Formigal) o la propia Expo.

País deprimido

«Hay que tener en cuenta que Aragón es un país bastante deprimido, y a la gente,todo lo que sean inversiones le resulta atractivo, caiga quien caiga. En este país estamos tan jodidos que cae bien cualquier proyecto, aunque sea estrambótico y loco».

PAR, PSOE y PP apoyan el proyecto, IU se opone y CHA se muestra prudente

El Partido Aragonés (PAR) se está mostrando ante la opinión pública como el gran impulsor de este gigantesco proyecto privado. Este partido regionalista de derechas viene apoyando al PSOE en el Gobierno de Aragón desde hace ocho años, y va a seguir haciéndolo durante otros cuatro. El partido de Rodríguez Zapatero también se ha posicionado a favor del proyecto, al igual que el PP. El único rechazo frontal ha llegado desde IU, mientras que la Chunta Aragonesista (CHA) se mantiene a la espera de conocer los datos que aporten en la presentación del proyecto, prevista para el próximo día 12 en Zaragoza con presencia de inversores, arquitectos, ingenieros y altos cargos políticos.

«La información que ha ido saliendo hasta ahora ha sido confusa, porque a medida que pasaban los días iban aumentando las inversiones y el número de casinos y hoteles. Parece que han querido ofrecer un megaproyecto para llamar la atención de la sociedad». Así lo entiende Chesús Yuste, diputado de CHA en las Cortes de Aragón, quien prefiere adoptar una «actitud prudente» y ver en qué términos lo plantean sus promotores.

Chesús Yuste reconoce que la noticia ha sido «muy bien acogida por la gente en general, incluso con entusiasmo», y explica esta reacción a la vista de que «Monegros es una comarca poco habitada y deprimida, en la que casi todos se dedican a la agricultura». A su juicio, «no es desdeñable» que se anuncie una importante inversión, con generación de empleo y expectativas turísticas en esta zona de Aragón, pero recuerda que «hay muchas zonas de Monegros que están protegidas y por tanto las actuaciones urbanísticas tienen que ser muy respetuosas con el medio ambiente».

Como otras muchas personas, este diputado se pregunta de dónde va a llegar el agua para abastecer a una nueva ciudad con una población estimada de 100.000 habitantes levantada en una zona muy seca y con necesidades de regadío.

«Como partido, no tenemos una posición cerrada sobre el proyecto. Vamos a esperar a tener más datos, pero de momento ya hemos puesto sobre la mesa los problemas que generaría. Es cierto que se trata de un proyecto privado y que es libre de ubicarse, pero tiene que cumplir una serie de cuestiones relacionadas con la ordenación del territorio, el abastecimiento de agua, la legislación sobre el juego... Algunos proponen hacer una ley a la carta con este proyecto, pero esto chirría con lo que sería la responsabilidad de la administración pública», declara este diputado de CHA en las Cortes de Aragón.

Mientras este partido sopesa los pros y los contras, Chesús Yuste ve aspectos positivos en el proyecto, ya que «el turismo y la industria de ocio pueden ser un buen complemento para determinadas comarcas». No obstante, también observa aspectos negativos, porque supone «optar por un modelo de desarrollo basado en el ocio y en el juego, con las implicaciones que ello tiene». I.V

Obligaría a modificar la Ley del Juego y otras leyes

La Ley del Juego de Aragón, aprobada hace diez años, admite como máximo un casino estable en cada provincia, más un casino de temporada. En la actualidad hay un casino en Zaragoza y otro en Panticosa, además de otro de temporada ubicado en Jaca que suele ser frecuentado por clientes procedentes de Euskal Herria.

La pretensión de instalar en Monegros varios casinos obligaría a modificar la Ley del Juego y otras leyes relativas a ordenación del territorio, salud pública, abstecimiento, etc. El Gobierno de Aragón ya ha calculado que podría recaudar cada año nada menos que 600 millones de euros procedentes de la actividad de esta macrociudad. Por eso, parece dispuesto a abordar todas las cuestiones legales con una ley ad hoc.

«Creo que ésta no es la forma jurídicamente seria de legislar. No se puede legislar a la carta de una empresa privada», declara el diputado Chesús Yuste. I.V.

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