Zapatero prefiere hacer la guerra a reconocer sus derechos a Euskal Herria. La escalada represiva es, hoy por hoy, su única apuesta. Una apuesta política que equivale a alargar el sufrimiento, algo particularmente grave cuando tuvo en sus manos una oportunidad histórica para contribuir a situar en el carril resolutivo el llamado conflicto vasco. Pero ello implicaba demostrar una talla de estadista que no encaja con alguien que fue incapaz de activar cuando y como debía (y se había comprometido a ello) los mecanismos que tenían que haberle llevado a cerrar las cuestiones claves que le competían en términos de Estado puertas adentro -con el PP- y con París. Ahora, Zapatero y Sarkozy anuncian la creación de una unidad policial de investigación permanente para luchar contra ETA. Otro ejercicio de propaganda. Es obvio que existen desde hace tiempo equipos conjuntos de investigación (y de otros ámbitos más o menos opacos) bajo diferentes formas, como demostró, por otra parte, la presencia operativa de guardias civiles en Capbreton.

Es lamentable ver cómo cada nuevo mandatario español, o francés, sienten la necesidad de proclamar a sus súbditos que son los mejores para la guerra.

De lo que deberían ser conscientes, si no ellos (por su nula altura de miras) sí al menos los ciudadanos españoles y franceses, es que antes que Zapatero y Sarkozy y de sus respectivos ministros de Interior todos sus antecesores lanzaron idénticas proclamas, sin que ello contribuyera a la solución, y lo que es mas grave, es seguro que sus sucesores recorrerán ese mismo túnel sin salida si no se comprometen seriamente a aceptar el fondo del conflicto y a actuar en consecuencia. La única parte de la ecuación que no varía en el tiempo, sino que se nutre de nuevos apoyos, es la de la lucha por los derechos civiles y políticos, individuales y colectivos de Euskal Herria. Tratar de despejar el problema sin contar con esa parte de la ecuación -deseo que parece compartir con el PSOE el PNV de Urkullu- ha sido y será inviable. El PNV aún tiene por demostrar que puede entrar en un proceso pensando en Euskal Herria y en sus ciudadanos, en lugar de frenar y salir pensando en cómo encajar mejor en España y mantener así su cuota de poder.