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Dos visiones distintas de un empate

Los de Coleman buscaron la victoria con demasiada ansiedad y sólo cuando se decantaron por un juego más inteligente en el segundo tiempo tuvieron a su merced al Cádiz, pero no aprovecharon las oportunidades de las que dispusieron para romper la racha de empates

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Joseba ITURRIA | DONOSTIA

Anoeta vivió un final extraño en el que dos equipos con la obligación de ganar para ascender empataron y el que más lejos está de su claro objetivo y a sólo tres del descenso lo celebró de manera feliz y el que se acercó a cinco puntos del tercero lo vivió de manera deprimente.

Era curiosa ver la celebración de los jugadores gaditanos con los aficionados que se acercaron a Anoeta o la felicidad de sus periodistas en la sala de prensa que contrastaba con los pitos que escucharon los de la Real durante y al final del partido y el cabreo de los medios de comunicación locales. Porque vale igual un punto fuera que uno en casa. Más en una Segunda en la que, de los nueve primeros, seis afrontaban la jornada con más puntos sumados como visitantes que como locales. Y el Celta dio la vuelta a esa balanza al remontar en los últimos compases su partido y la Real la equilibró con un punto que sabe a poco y que no hizo justicia al mayor número de ocasiones claras que creó pese a no jugar bien en el primer tiempo.

Tiene tantas ansias de ganar ante su público esta joven Real que se precipita y tampoco le ayuda ese prisma negativo con el que se le mira. Hubo situaciones en el primer tiempo en las que los cinco jóvenes que formaban el bloque defensivo del Sanse hace dos temporadas se pasaban el balón con acierto y la paciencia que exigía el buen planteamiento gaditano y en lugar de reforzar su confianza con aplausos se les pitaba. Y eso que con ellos la Real lleva tres partidos sin encajar gol y los laterales se dejan el alma con sus continuas subidas. Demasiadas incluso por un ansia de ganar que quedó en evidencia cuando Castillo no echaba el balón fuera con Prieto tendido en el campo o lo ponía en juego a todo correr con el donostiarra fuera en lugar de dejar pasar el tiempo para jugar lo mínimo con diez.

Y es que esta Real y su afición tienen tanto deseo de ganar los partidos y de subir que se olvidan que los puntos se otorgan en el minuto 90 y los ascensos, como las matrículas de honor, se reparten en junio y hay que tener mucha tranquilidad y leer mejor los partidos.

Mejor lectura gaditana

Y el Cádiz fue más inteligente y más paciente en el primer tiempo. Coleman dio continuidad al once de las últimas jornadas con la entrada de Gorka Larrea para presionar mejor la salida del Cádiz, pero Calderón desactivó la mayor virtud del joven once realista al renunciar al juego en el centro del campo y enviar el balón en largo siempre hacia Dani y Lucas Lobos.

Así conseguía que la Real recuperara siempre el balón en su propio área y desde ahí se viera obligada a iniciar sus ataques ante un buen planteamiento defensivo del Cádiz, que impedía combinar en el centro del campo con una buena presión de sus jugadores más adelantados apoyados en dos pivotes con mucho oficio que supieron jugar con sendas tarjetas y de su adelantada línea defensiva.

Así el Cádiz comenzó mejor el partido y dispuso de cuatro saques de esquina y un par de disparos en los primeros veinte minutos, pero las dos jugadas de mayor peligro del primer tiempo las tuvo la Real en una internada de Aranburu con un pase que no encontró rematador y un disparo de Garitano a la salida de un corner que se marchó fuera por poco.

Todo eso ocurrió en esos veinte minutos. A partir de ahí nada reseñable. El Cádiz seguía al pie de la letra el guión de su entrenador y la Real no encontraba más fórmula de atacar que buscar las constantes subidas de Carlos Martínez, que casi provocaban más perjuicio que beneficio, porque Lucas Lobos aprovechaba el hueco dejado en esa banda y su equipo le buscaba en cuanto recuperaba el balón.

Cuando no se encontraba el pase para Carlos Martínez, la Real se veía obligada a jugar el balón entre sus cuatro defensas ante las pocas salidas que ofrecían sus compañeros y la buena presión visitante. Y un sector del público comenzó a pitar, con lo que no se conseguía más que incrementar la ansiedad local.

Mejor lo hizo la Real en el segundo tiempo, ayudada por el vendaval. Con el aire a favor, el césped muy rápido y una lluvia que impedía trenzar un juego de toque, los centrales, sobre todo Ansotegi, comenzaron a buscar balones largos y en los rechaces se podía ver la buena capacidad para recuperar el balón arriba de los realistas.

El partido entró en un ida y vuelta constante, muy abierto y rápido. En ese ritmo infernal e invernal los jóvenes de la Real fueron superiores y el Cádiz sufrió lo indecible y dejó de correr, se limitó a defender y acabó pidiendo la hora. El gol pudo llegar en un remate de Delibasic al poste, otro de Larrea que se equivocó al buscarlo con la pierna en lugar de con la cabeza y en un testarazo de Gari que sacó un defensa desde la línea.

El Cádiz sólo tuvo una opción clara en una contra llevada por Lucas Lobos, el mejor del partido, que desbarataron un Riesgo y una defensa realista que suman tres partidos sin encajar gol, lo que ha permitido recortar en tres puntos la diferencia con el Sporting y en dos con el Málaga. Pero da igual, todo se ve en Donostia desde la depresión porque la Real no puede empatar con el Cádiz sin reparar que los catorce jugadores que vestían ayer de amarillo cobran mucho más que los trece que lo hicieron de blanquiazul. Y es que la Real no es el único equipo construido con la obligación de ascender. También el Cádiz.

Coleman: «Tenemos un problema en ataque, pero no podemos caer en el pánico»

Chris Coleman manifestó que «en la primera parte hemos jugado demasiado atrás. En la segunda buscamos balones más largos de lo que nos gusta, pero así hemos ido a buscar la segunda jugada. Somos conscientes de que debemos mejorar en ataque. Defensivamente estamos bien, llevamos tres partidos sin recibir gol, pero debemos mejorar en ataque. Los delanteros trabajan todo lo que pueden, no es un problema de ellos, sino de todo el equipo, pero tenemos un problema y debemos mejorar. En siete partidos llevamos seis empates y sólo con que uno fuera victoria las cosas se verían de forma distinta. De estar a diez u once puntos pensaríamos otras cosas, pero no estamos tan lejos. Con el Málaga se empezó a construir algo, tenemos un problema, pero no debemos caer en el pánico y en el nerviosismo».

Se mostró favorable a incorporar a un delantero en enero: «Si miramos lo que tenemos sin contar con Morten, que no ha estado bien nunca, tenemos a Gari, Delibasic e Iñigo. Gari finaliza contrato en junio y pensaremos qué pasa a partir de enero con él. También qué pasa conmigo. Tenemos a Delibasic, iñigo, Viguera y Agirretxe, buenos jóvenes, pero es esa posición deberíamos pensar algo de enero a junio».

Preguntado por su situación personal dijo que «deseo que el nuevo Consejo tenga la misma idea que yo, que no voy a cambiarla. Llevo sólo seis meses y me gustaría continuar en enero con este trabajo porque es un club fantástico, aunque está en una situación difícil».

Pidió que no se busquen culpables en los extranjeros o en los jugadores que tienen más experiencia. «Debemos tener cuidado a la hora de señalar a unos u otros. Con los jóvenes sólo se mejora a base de jugar partidos. Pero si no ganamos no debemos culpar a los más expertos, o a algunos jóvenes. Igual yo he contribuido a eso por lo que digo, pero somos un equipo y funciona con todos, con jóvenes y veteranos, con los vascos y los que no lo son».

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