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Fernández promete «profundizar el cambio» y reclama las Islas Malvinas

Cristina Fernández se convirtió ayer oficialmente en presidenta de Argentina tras tomar el bastón de mando y la banda presidencial de manos de su esposo, Néstor Kirchner. En su discurso, defendió la escuela pública, la justicia y la soberanía argentina sobre las Malvinas.

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«Ser presidente es el honor más grande que puede tener un argentino o una argentina», manifestó Cristina Fernández tras recibir la Presidencia de manos de su esposo, Néstor Kirchner. La nueva jefa de Estado resaltó que en las elecciones del pasado 28 de octubre ganaron «los proyectos». «Los pueblos y naciones en tiempos de globalización siguen más vigentes que nunca y debemos representar los intereses de los argentinos», subrayó.

En defensa de esos intereses, Fernández expresó la reclamación «irrenunciable e indeclinable» de Argentina sobre las Islas Malvinas y pidió a Gran Bretaña que acepte negociar la soberanía del archipiélago.

«Hay una situación de enclave colonial aquí, denunciada ante las Naciones Unidas, y es hora de volver a cumplir el mandato de esas mismas Naciones Unidas, de la que todos formamos parte», resaltó. Fernández se refirió a Gran Bretaña como «país ocupante» de las Malvinas.

Asimismo, hizo una defensa férrea de la gestión de su marido, y situó la educación y la justicia como ejes de su legislatura.

«Somos hijos de trabajadores, producto de la escuela pública», resaltó y, en ese sentido, hizo un llamamiento a los docentes, alumnos, familias y al Estado a mejorar la educación.

Sobre el Poder Judicial, deseó que «no haya ningún argentino que no pague sus impuestos», en alusión a los jueces que no tributan ningún impuesto sobre sus ingresos.

Otra de las cuestiones que marcó su investidura fue la situación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y del resto de personas que permanecen en manos de las FARC. En Buenos Aires se dieron cita algunos de los protagonistas de los últimos movimientos: los presidentes Hugo Chávez y Alvaro Uribe, y el primer ministro francés, François Fillon, que llevó un mensaje de Nicolas Sarkozy para Uribe. Fernández prometió realizar todos los «esfuerzos especiales» para lograr la puesta en libertad de Betancourt. Así, pidió a Dios que ilumine a Uribe, presente en la sala, para que logre una solución. Afirmó que se deben realizar todos los esfuerzos posibles «para que no sea demasiado tarde».

Tras jurar su cargo en el Parlamento, Fernández se dirigió junto a su esposo a la Casa Rosada. El vehículo oficial tardó más de 40 minutos en realizar el trayecto de mil metros entre ambos edificios.

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