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Daniel C. Bilbao Periodista y escribir

¿A dónde cree que va España?

¿Cuánto tiempo más cree que los pueblos oprimidos seguirán soportando sus políticas neoliberales, sus decisiones centralistas y autoritarias, sus políticas represivas?

Parece increíble. Una cucaracha puede vivir hasta nueve días sin su cabeza y terminar muriendo de hambre. Es notable el caso del fascismo franquista, cuánto tiempo lleva viviendo sin su cabeza y de qué buena salud goza. Goza de una fortaleza de cucaracha.

Sin embargo, la triste Cenicienta europea se está hundiendo. Cientos de miles gritan dentro del Estado que no son españoles ni quieren serlo. Un monarca impresentable al frente, el ojo vigilante de los militares por detrás y la caravana de los hijos putativos del franquismo, conforman una comparsa de lamentable aspecto, por más que la Brunete mediática se esfuerce con sus liftings diarios.

España doblegó a la democracia al pie del féretro del Generalísimo, la prostituyó con la inescrupulosidad de Aznar y la complacencia del PSOE. Mantiene vigentes los mismos pactos, continúa con las mismas concepciones fascistas, la legislación «antiterrorista» y la estrategia represiva y de guerra contra los vascos. ¿A dónde cree que va España?

No hay nada que la detenga. Todo vale. No importa a qué abismo conduzca. Quiere ser «una, grande y libre», porque ése fue el mandato de su jefe. Cuenta con los partidos, sus perritos falderos, que son verdaderos mastines a la hora de defender los intereses del dinero y del poder (si es que no son sinónimos).

Ha dicho por bocas cargadas de estulticia que el «derecho de imposición» del poder que reside en Madrid prevalece sobre el derecho de autodeterminación de un pueblo. Esa es su doctrina. ¿Cree que va en el sentido de la historia?

Ha firmado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado por la ONU el 16 de diciembre de 1966 y puesto en vigor el 23 de marzo de 1976. En su preámbulo, el Tratado dice, entre otras cosas, que «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables». Y agrega: «no puede realizarse el ideal del ser humano libre en el disfrute de las libertades civiles y políticas y liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos civiles y políticos, tanto como de sus derechos económicos, sociales y culturales». Escupe cada día sobre lo que ha firmado, mostrando su verdadera entraña.

Tomó la decisión de hacer fracasar el proceso de solución y la vía pacífica y negociadora con los vascos. Una de las condiciones de ese fracaso es la ausencia electoral de la izquierda abertzale. La estrategia de España no deja alternativas para quienes han puesto sobre la mesa las propuestas de Anoeta y Ustaritze y han renovado una y otra vez la voluntad negociadora expresada en el Anaitasuna.

Está llenando sus cárceles de opositores. ¿Tiene cárceles suficientes? ¿A dónde cree que va? ¿De veras cree que podrá sostenerse apoyada en una monarquía que es el hazmerreír de los pueblos del mundo? ¿Cree que podrá imponerse sobre la voluntad republicana y democrática de los pueblos? ¿Cuánto tiempo más cree que los pueblos oprimidos seguirán soportando sus políticas neoliberales, sus decisiones centralistas y autoritarias, sus políticas represivas, su voluntad sometida a los plutócratas?

Su derechizada sociedad aún calla, pero ¿a dónde cree que va, negando derechos, ilegalizando partidos, encarcelando opositores? Su monarquía bananera ya no tiene destino. El vientre del futuro no la contiene.

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