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Maria Carmen Tirapu Jauregui Burlata

Al grupo NaBai de Burlata

Soy Mari Carmen Tirapu, madre de Iñigo, uno de los jóvenes encarcelados a raíz de la operación policial del pasado 19 de noviembre en Burlata.

Durante toda aquella semana creo haber vivido los días más angustiosos de mi vida. Mis temores a que a mi hijo lo torturasen mientras permanecía incomunicado no hicieron sino confirmarse, tal y como, después, él y el resto de los jóvenes denunciaron. Finalmente un juez de la Audiencia Nacional lo envió a prisión junto con otros tres de los detenidos. Ello a pesar de que, en su resolución judicial, no les impute la comisión de ningún hecho en concreto.

Desde un primer momento numerosos vecinos y vecinas, así como diferentes entidades y organismos de Burlata y localidades de alrededor se movilizaron expresando su denuncia y protesta por la situación de los detenidos. El dolor y la angustia que aquellos días padecimos los familiares fueron mitigados por la solidaridad y el afecto que nos mostraban continuamente. Les estaré siempre agradecida.

Denuncia y solidaridad que tuvieron su colofón con la numerosa manifestación del pasado 2 de diciembre en exigencia de libertad para los encarcelados, y a la cual también vosotros hicisteis un llamamiento. Pero no he podido evitar la sensación de tristeza e indignación que ahora tengo tras recoger de mi buzón vuestro comunicado oficial en relación a las detenciones.

En primer lugar, diré que no voy a entrar a discutir sobre las diferentes cuestiones a que hacéis referencia. No pretendo mostrar mi acuerdo o desacuerdo sobre ellas. Ahora bien, lo que me indigna es que echéis mano de una retórica llena de medias verdades, la forma con que falsificáis la realidad hasta el punto de dejarla totalmente desfigurada, en lugar de hablar de hechos concretos y contrastados.

Me parece propio de mezquinos y de cobardes vuestra falta de escrúpulos por la poca vergüenza con que dejáis caer esa sombra de sospecha sobre nuestros hijos y que, al final, acabáis convirtiendo en una acusación pura y dura en su contra, culpabilizándolos ya de antemano de diversos «hechos delictivos».

Hace falta tener poca decencia para verter esos juicios de valor gratuitos acerca de nuestros jóvenes cuando sois vosotros, quienes, en este caso, carecéis de la mínima autoridad ética exigible.

En segundo lugar, os pregunto: si desde las detenciones habéis tardado quince días para hacer público ese alegato incriminatorio, ¿cuál fue el verdadero motivo que os llevó a secundar la manifestación del día 2? Espero que me contestéis. Hasta entonces seguiré pensando que detrás de vuestro comunicado no se esconde sino la codicia por un triste puñado de votos, aun a costa de nuestro sufrimiento y del de nuestros hijos.

Por todo ello, no puedo creeros cuando afirmáis mostrar vuestra solidaridad humana con nosotros y los procesados. ¿Dónde os metisteis los días siguientes a las detenciones? Ni tan siquiera recibí una sola llamada telefónica mostrándome vuestra preocupación.

Deberíais tener en cuenta que muchos de vosotros tenéis hijos e hijas, y que por eso mismo no estáis libres de que os toque vivir lo mismo que yo. Deseo de todo corazón que nada parecido llegue a ocurriros.

En caso contrario, tened el pleno convencimiento de que haré todo aquello que esté en mis manos por defenderlos y exigir su puesta en libertad.

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