La alargada marcha por la autonomía, salpicada de color por las muchas decenas de ikurriñas portadas por los manifestantes, tuvo notable impacto en Baiona, al atravesar el centro de la ciudad cuando éste se encontraba abarrotado de gente en un día dedicado a las compras de navidad. Además de ver el transcurrir de la manifestación, miles de transeúntes recibieron en mano un panfleto explicativo de esta reclamación repartido al paso de la marcha.

La manifestación, en la que participaron cerca de un millar de personas, partió de la Place des Basques bien pasadas las 16.30 y realizó un amplio recorrido por la ciudad, sin olvidarse de puntos con una especial significación política. Pasó ante la Subprefectura, custodiada por un fuerte dispositivo policial, y terminó en una explanada ante la sede del Consejo General de los Pirineos Atlánticos.

En ese trayecto, pasó también ante el Ayuntamiento de la capital para tomar a continuación la avenida Bouffers, en la que apareció otro importante dispositivo policial, compuesto por ocho furgonetas de los CRS. Los gritos arreciaron en ese momento, para exigir la salida de las fuerzas policiales de Euskal Herria y reclamar que se dé la palabra a sus ciudadanos. La mayoría de los lemas coreados lo fueron en euskara, con especial insistencia el de «Autonomía oraintxe», pero al pasar ante los policías, a buen seguro para que lo entendieran, los manifestantes gritaron «Liberté pour le Pays Basque».

A la entrada de Baiona Ttipia, una pancarta de enormes dimensiones, en todo el ancho de la carretera, «impedía» el paso a la manifestación. Se trataba de la imagen de Sarkozy acompañada de una frase que expresaba su negativa a reconocer al pueblo vasco: «Le Pays Basque ça n'existe pas!». La pancarta que encabezaba la marcha primero (con el lema «Admettez que le Pays Basque existe! Autonomia. Onarpen instituzional osoa Euskal Herriarentzat») y los manifestantes después hicieron trizas el «obstáculo».

En el acto político final, tomaron la palabra en nombre de los convocantes Manex Pagola y Haizpea Abrisketa, quienes son responsable de EA en Ipar Euskal Herria y mahaikide de Batasuna, respectivamente. Además de reclamar la autonomía como modo de lograr reconocimiento político e institucional, los mensajes de sus discursos se centraron en la dura situación política del momento, en el objetivo de reunificar Euskal Herria como un país con sitio propio en Europa y en la colaboración entre abertzales.

Zazpiak bat

El primero en intervenir fue Manex Pagola, quien dijo que ayer, frente a la negación del Estado francés, se puso un punto de partida importate para trabajar por la autonomía para los tres territorios, que entroncó con el «Zazpiak bat», un anhelo «recogido desde hace siglos por poetas y artistas» de punta a punta del país. Abogó por trabajar con prudencia y respetando los derechos humanos, algo de lo que, apostilló, no pueden presumir quienes niegan las reivindicaciones vascas.

Haizpea Abrisketa hizo mención a los tiempos difíciles que vive el país últimamente, y envió un saludo a «los compañeros que se encuentran en prisión y que hoy tendrían que estar aquí». Denunció especialmente la actitud del presidente Nicolas Sarkozy por su desprecio a Euskal Herria y por la represión que ejerce. No dudó en que el «salto cualitativo» que está dando en la criminalización del movimiento abertzale tiene que ver con los avances que éste realiza. «Nosotros estamos construyendo este país día a día», sentenció.

Manifestó también que cada día que pasa la voluntad de un reconocimiento político e institucional es más fuerte, frente a lo que, según denunció Abrisketa, París responde con «represión, negación, desprecio e insultos». «Pero nosotros -puntualizó- responderemos, en tanto que abertzales, con más iniciativa política, con más iniciativa social y con más iniciativa ciudadana».