EEUU cede y se une a la mayoría para aprobar «la hoja de ruta» de Bali
Con un día de retraso, la Conferencia impulsada por la ONU sobre Cambio Climático alcanzó ayer un acuerdo, después de que EEUU cediera en el último instante, lo que va a permitir empezar a negociar el próximo año un pacto «más ambicioso» que reemplace al Protocolo de Kyoto que expira en 2012. Grupos ambientalistas y algunos delegados lo consideraron un documento débil y una oportunidad perdida.
GARA |
Tras una difícil y agónica negociación, que se prolongó veinticuatro horas más de lo previsto, los delegados presentes en la cumbre sobre el cambio climático que se ha desarrollado en la isla indonesia de Bali llegaron finalmente a un acuerdo. El consenso fue posible después de que EEUU, que exigía un mayor compromiso de los países en vías de desarrollo, a los que se negaba a ayudar en materia tecnológica, levantara sus objecio- nes iniciales.
La «hoja de ruta» de Bali prevé el inicio de un proceso de negociaciones el próximo año, que se extenderá hasta 2009 y cuyo fin es el establecimiento de una nueva serie de objetivos para la reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero que sustituya al Protocolo de Kyoto, que expira en 2012. Antes de la firma del nuevo documento en Dinamarca en 2009, se deberá haber acordado un exhaustivo plan para reducir el calentamiento global y sus efectos, que fijaría los objetivos de cara a la rebaja de emisiones contaminantes para los países industrializados que reemplacen a los del Protocolo de Kyoto, así como objetivos más modestos para los países en vías de desarrollo y grandes contaminantes como China e India.
El momento culminante tras doce días de reuniones se produjo cuando la subsecretaria estadounidense de Estado para la Democracia y los Asuntos Globales, Paula Dobriansky, aseguró que«nos unimos al consenso», sólo unos minutos después de haber señalado lo contrario.
EEUU aceptó finalmente que el texto recoja de forma expresa que los países industrializados transferirán tecnología a los emergentes para luchar contra el calentamiento global, tal y como exigía el llamado G-77 más China, que aglutina a 132 países en vías de desarrollo.
A cambio, este grupo se compromete a llevar a cabo medidas para rebajar sus niveles de dióxido de carbono de una forma que sean controlables y verificables. Con ellos, incluida China, cuyos delegados se quejaron de que las condiciones para la reducción de sus emisiones eran demasiado exigentes y les obligaban a comprometerse a adoptar medidas que impedirían su desarrollo económico, había negociado la Unión Europea.
Sin embargo, China, India y Pakistán amagaron con boicotear el acuerdo argumentando que el borrador no reflejaba lo pactado, que la ONU controlaría sus emisiones pero no la ayuda que recibían los países ricos.
A pie de página
La «hoja de ruta» incluye una referencia, aunque indirecta y no obligatoria, a la necesidad de que los países industrializados reduzcan sus emisiones de gases contaminantes entre el 25 y el 40% para 2020. La UE y otros países trataron de que la medida fuera vinculante, pero al final, ante la oposición de EEUU, Canadá y Japón, quedó como una nota a pie de página que se limita a afirmar que «se requerirán importantes recortes de las emisiones globales para alcanzar el objetivo principal».
El acuerdo, que encauzará las negociaciones que comenzarán el año próximo y concluirán en Copenhague en 2009, también contempla la transferencia de tecnologías «verdes» a los países en vías de desarrollo, la lucha contra la deforestación y la ayuda a los países en desarrollo para que se protejan contra los efectos del cambio climático.
La valoración general fue que el «histórico» acuerdo supone un gran avance, aunque grupos ambientalistas y algunos de los delegados presentes consideraron que se trata de una nueva oportunidad perdida y calificaron de «débil» el documento.
Washington cedió finalmente a las presiones y posibilitó el acuerdo que reclamaba el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien regresó ayer a Bali desde Timor Leste para salvar el pacto apelando al consenso «por el bien de la Humanidad».
La «hoja de ruta» de Bali encauzará a partir del próximo año la negociación que finalizará en Dinamarca en 2009, con la firma de un nuevo acuerdo que establecerá los objetivos para reducir las emisiones contaminantes.
Greenpeace acusó ayer a la EEUU de «manipular sin escrúpulos el nivel de acción sobre el cambio climático que la ciencia exige, haciendo que se omita cualquier referencia a las cruciales reducciones de emisiones necesarias para detener el cambio climático y relegando a la ciencia a un simple pie de página». La organización ecologista confía en que la mayor presión pública en cada continente acabará forzando a los gobiernos en los próximos dos años a llegar a un acuerdo sobre las importantes e inevitables reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero exigidas por la ciencia.
Por su parte, WWF/Adena aseguró que los países participantes en la cumbre «se quedaron cortos en ambición», al no reflejar el texto acordado el rango de reducciones necesario para frenar el calentamiento global. Con respecto a la postura de EEUU en Bali, la ONG afirmó que «la Administración Bush intentó salirse con la suya, pero finalmente tuvieron que ceder ante la presión», y añadió que «la `hoja de ruta' deja el camino abierto para que el próximo presidente de EEUU pueda hacer una verdadera contribución a la lucha global contra el cambio climático».