La Real entra en unos días claves a la espera de que se concrete la candidatura de Jokin Aperribai que aglutine la inmensa mayoría de las sensibilidades que no creen en Badiola tras la triste rueda de prensa en la que Santos confirmó su renuncia a ser presidente de forma perdedora, irresponsable y nada valiente. Perdedor porque no digiere que no quiere ser presidente en la única opción real que ha tenido. No ha sabido aceptar que renuncia como muchos porque pocos con un mínimo de sensatez, prestigio y nivel quieren ser esa diana que denunciaba Santos, pero contra la que él disparó con bala contra Fuentes y De la Peña dentro de ese mal hábito que provoca que nadie quiera ser presidente. Irresponsable porque dice que las elecciones no deben ser ahora cuando él ha echado gasolina a la maquinaria que ha forzado al Consejo a dimitir antes del 30-N. Trasmitió su disposición a sustituirlo y cuando le han dejado el camino libre lo evita porque hay una chinita con la que no quiere tropezar. No ha sido valiente porque en lugar de desenmascarar a Badiola -él sabe como nadie que ningún jugador que esté entre los catorce más utilizados de un equipo importante de Primera se compromete en noviembre para ir en enero a Segunda y que ningún club deja escapar a esos jugadores-, y trasmitir que está convencido de que miente y de que ha lanzado un órdago sin cartas que no ha querido aceptar se limita a decir sólo que «genera dudas en la sociedad». Mañana tiene en la televisión del grupo que retransmite los partidos de su equipo de baloncesto la oportunidad de dar su verdadera opinión sobre Badiola -presente en el mismo programa junto al periodista que antes era su amigo y ahora abrió la caza de brujas contra él al apuntarle como títere de Egibar-. Se verá si se va a atrever a apuntar la responsabilidad del verdadero poder fáctico que quita y pone presidentes, que ha provocado que las elecciones sean el 3 de enero y que permite que en su foro se haya machacado su candidatura con descalificaciones e insultos. Porque prefiere hacer leña del árbol caído en vez de pincharse a la hora de quitar las ortigas que ha encontrado en su camino, que no son otras que el populismo de Badiola y la actitud de un grupo de comunicación al que no se atreve a criticar. ¿Le acusará mañana de dar una excesiva repercusión a Badiola como ha hecho en privado?