El conjunto de edificios y servicios que componen el recinto religioso de Arantzazu (Oñati), propiedad de los franciscanos, será gestionado a partir de ahora por una fundación, a excepción del santuario, que seguirá siendo competencia de esa orden. Con este cambio se pretende renovar y promover el uso de este lugar, cuyas posibilidades se consideran infraexplotadas.

La Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Oñati sumarán el 50% de la representación en esa fundación, y la otra mitad corresponderá a los franciscanos, que han gestionado durante 500 años este complejo, del que se fomentará su dimensión espiritual, cultural, de naturaleza y servicios.

El diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, la alcaldesa de Oñati, Lourdes Idoiaga, y el provincial de los franciscanos, Joxe María Arregi, firmaron el miércoles el convenio marco por el cual se regirá la promoción y renovación de este enclave, donde se encuentra la basílica de la patrona de Gipuzkoa. Tras un periodo de «dificultades», los franciscanos han recabado la ayuda de las instituciones para preparar este Arantzazu del siglo XXI «con una visión abierta y generosa» y sobre las bases de un centro que ha sido a lo largo su historia «un referente para la fe del pueblo» y que ha significado «enraizamiento en la cultura y la lengua vascas, sobriedad, ética, paz y respeto supremo por el valor de la persona», según consta en el preámbulo del acuerdo.

Nuevo centro cultural

La Fundación, que respetará la «primacía» del santuario, creará en el edificio Gandiaga Topagunea II un centro de creación y divulgación cultural, artística y de pensamiento, así como un espacio para exposiciones y un centro de interpretación de la naturaleza del parque natural Aratz-Aizkorri. El inmueble Gandiaga Topagunea I se destinará a la organización de congresos, encuentros y reuniones, y a sede de otras fundaciones y entidades.

La Fundación, que se guiará por consenso, se responsabilizará también de los servicios de atención al público del hotel-hospedería, de la tienda y del centro de reuniones ubicado en este último edificio. Se encargará además de fomentar Arantzazu, «más allá de sus valores turísticos», como «un referente de espiritualidad, cultura, naturaleza, ética y paz para la sociedad vasca», un lugar de encuentro «entre creyentes y no creyentes, un espacio de acogida para personas que buscan más allá y más al fondo de sí».

El acuerdo suscrito es un convenio marco, por lo que los compromisos económicos que se derivan de él se firmarán en un plazo de 45 días. El proyecto se realizará en dos fases: una primera de impulso, de cuatro años, y una segunda, de consolidación. El objetivo es que, ál termino de cuatro años, los ámbitos de gestión que asumirá la Fundación se autofinancien.