Para terminar el año en condiciones de contar las campanadas como si fueran cencerros, deberíamos dejarnos de bragas rojas, de lentejas o de supersticiones y hacer malabares con las uvas, aunque pisadas y reposadas tienen unos efectos mucho más propicios al besuqueo. No quisiera irme de este año sin hacerme unas cuántas preguntas. ¿Por qué siempre que aparecen los mitrados fascistas en Madrid se sabe de antemano que concentrarán a un millón de supuestos seguidores o simples buscadores de una gorra o una banderita? Cuando no había teléfonos móviles, ni supuesta competencia entre operadoras ¿qué se anunciaba en televisión?

Lo de los obispos españoles empieza a ser un asunto de dejación de funciones de la Fiscalía del Estado. ¿Cómo se puede admitir sin recibir un recado fiscal y policial alguien que desde un cargo jerárquico, como el obispo de Granada, asegure que algunos jóvenes adolescentes desean tener relaciones sexuales y provocan? Esto se llama apología de la pederastia, que es un delito, porque no colgará fotos en Internet, pero tiene salones para la catequesis, las convivencias y otras reuniones entre jóvenes y sotanas lascivas.

Está claro que tienen bula para decir lo que les salga de sus santos solideos, porque el otro asegura que la ley del aborto amenaza la paz, así, como quien no quiere la causa de infamia sobresaturada y otro que enseñar educación en libertad socava la misma democracia. Los únicos que son antidemocráticos, por estatutos, por historia, por práctica y por definición son ellos, los señores de la Iglesia Católica, una secta desestabilizadora de regímenes democráticos.

Pero no nos pongamos nerviosos porque estos tienen mucho fuelle, y van a intentar en todos los órdenes con sus tentáculos incidir para que volvamos a lo suyo, a lo que Fraga dice que fue bueno, o sea el franquismo, un tiempo para algunos, obviamente, muy fructífero, donde amasaron fortunas. Los señores mitrados no tienen ninguna autoridad moral, ni ética ni democrática. Cada mitra que aparece en televisión es un mensaje del pasado, una sospecha de autoritarismo, una sinuosidad, un foco infeccioso para el cuerpo social. Por un año nuevo laico. Salud.