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«Me interesan mucho los conflictos sicológicos, con uno mismo y con los demás»

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Gemma Lienas

Escritora

El conflicto sicológico está en el centro de todas las novelas de Gemma Lienas (Barcelona, 1951), autora también de libros de no ficción como «Rebeldes, ni putas ni sumisas», «Quiero ser puta» o «Vivir sin ellos. Los hombres no son imprescindibles». En «Atrapada en el espejo» (El Aleph Editores), que ha presentado recientemente en Bilbo, reflexiona sobre la dominación a través de una trama de intriga.

Karolina ALMAGIA | BILBO

Laura Bellido es una joven arquitecta, con un marido atractivo y un hijo de seis años. Parece feliz, pero una noche muere desnucada tras sufrir un accidente. Su amiga Gina regresa entonces del extranjero y empieza a profundizar en la vida de Laura descubriendo lo que se escondía tras una vida aparentemente perfecta. Este es el argumento de «Atrapada en el espejo», la cuarta novela para adultos de la escritora catalana Gemma Lienas, autora también de libros para lectores jóvenes, como «El diario azul de Carlota».

«Atrapada en el espejo» gira en torno a la violencia sicológica y la dominación, pero este tema no se trata de forma abierta y directa, sino que el lector lo va descubriendo a través de las pistas que da una novela en forma de thriller. «No quería una historia de buenos y malos, sino una historia real y en la realidad las personas somos muy poliédricas: puede ser que una persona resulte encantadora en determinados sitios y en otros tenga una faceta muy oscura», explica la autora. Por eso eligió como fórmula de narración la suma de testimonios. «Cada vez que hay una mujer muerta y ponen el micro a los vecinos, éstos dicen aquello de: no me lo puedo explicar, parecía tan buena persona, era tan educado... El lugarteniente de Hitler era un tipo que lloraba ante un ramo de flores y luego firmaba la sentencia de muerte de miles de personas».

Para esta escritora, «la violencia sicológica o la dominación no es un tema de hombres y mujeres, sino de grupos de poder». De hecho, el argumento de esta novela se le ocurrió leyendo un libro sobre la esclavitud en el que se decía que la humanidad muy pronto descubrió cómo someter a una persona o a un grupo de personas sin necesidad de utilizar la violencia física o las armas. «La violencia responde a la cultura, a las ideas, y cuando alguien se cree superior... Nadie se atreve a decir hoy en día que las mujeres son seres inferiores pero los hechos nos demuestran cada día que nos consideran inferiores». El papel que desempeña la víctima en estas relaciones está muy presente en el libro de Lienas. «El vínculo entre dominado y dominador siempre es muy fuerte. El dominador tiene todo el poder: tiene la capacidad de matar, castigar y humillar, y a la vez tiene el poder de dejar vivir, de cuidar. Por eso empiezo el libro con una cita sacada de `1984' de George Orwell: `Él era quien sugería las preguntas y las respuestas. Era su torturador, su protector, su inquisidor y su amigo'».

¿Por qué tantas mujeres caen en las redes de un dominador? Gemma Lienas lo tiene claro: «Porque formamos parte de un grupo de riesgo, como lo forman los negros, los homosexuales o los gitanos. El sistema nos cuenta que el amor lo puede todo y las mujeres tenemos mucha tendencia a querer salvar a los hombres que nos dan pena. Cuando un hombre nos dice que le ha ido mal con todas las mujeres, en vez de pensar que será por algo, tendemos a pensar que nosotras le vamos a salvar. Nos han educado para cuidar y eso pesa mucho».

La sicología es, en definitiva, el tema alrededor del cual gira toda la literatura de esta autora. «Me interesa muchísimo la frontera tan tenue que hay entre la salud y la enfermedad mental. Creo que la gente que desprecia a quien tiene una enfermedad mental no sabe de qué habla: todos podemos atravesar esta frontera en algún momento de nuestra vida, y eso no quiere decir que nos quedemos permanentemente a ese lado. Y me interesa mucho el conflicto que tenemos con nosotros mismos y con los demás».

Y huye de cualquier clasificación que tenga que ver con su condición de mujer. «Yo tengo una visión de género y cuando escribo no puedo pensar que soy yo. Pero no quiero que a mi literatura se le cuelgue ninguna etiqueta. Cuando se habla de literatura de mujeres versus literatura a secas, que es la que hacen ellos, ves claro que nuestra literatura está devaluada».

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