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Operaciones humanitarias e intereses internacionales

La misión de paz en Darfur acumula retrasos y dudas sobre su eficacia

Las esperanzas para alcanzar una paz duradera en Darfur dependen en buena medida del despliegue de una fuerza de 26.000 soldados, pero las disputas entre las facciones rebeldes, el Gobierno de Sudán y la comunidad internacional amenazan con desbaratar ese proceso.

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Blake EVANS-PRITCHARD (IPS)

La fuerza de paz, que opera bajo el comando conjunto de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Unión Africana (UA), tendría que haber estado en el terreno, en la occidental región sudanesa de Darfur, para fines de 2007. Sin embargo, según reconoce Nouredinne Mezin, portavoz de la misión de la UA en Sudán, sólo hay 9.000 soldados en la zona y la fuerza no ha recibido todavía ni siquiera un helicóptero, aunque solicitó por lo menos 24 para garantizar la seguridad de las tropas. Todas las partes involucradas intercambian acusaciones respecto a la demora, de cuyas consecuencias alertaba el pasado jueves el propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

«El Gobierno ha encontrado toda clase de razones para no cumplir con las decisiones de la comunidad internacional», afirma Abu Al Gasim Seif Eldein, del otrora insurgente Movimiento para la Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM), en inestable alianza con el oficialista Partido del Congreso desde el acuerdo de paz de 2005.

«Es un juego para ellos: apaciguar a la comunidad internacional por un lado y frustrar el proceso de paz por el otro», agrega.

El SPLM comparte el poder con el tradicional régimen de predominio islamista y árabe en Jartum a raíz del acuerdo de paz firmado en 2005, tras más de dos décadas de guerra civil en el sur del país, de mayoría negra, animista y cristiana.

Por contra, el vicecanciller Mutrif Sidiq asegura que el Gobierno hace todo lo posible para cumplir las demandas internacionales. «Es muy fácil culpar al Gobierno por los errores de funcionarios de la ONU. Ellos nunca van a admitirlos y esto es muy frustrante para nosotros», comenta.

Uno de los problemas no resueltos es la composición de la fuerza de paz. Sudán ya recibió críticas por su negativa a la inclusión de soldados noruegos y suecos. Sidiq insiste en que los integrantes de la misión deben ser africanos. En noviembre de 2006 se acordó, en una reunión realizada en Addis Abeba, que la fuerza de paz sería «predominantemente africana», aunque las estructuras de comando y control serían provistas por la ONU.

Los problemas de Darfur, reino independiente del tamaño del Estado francés anexado por Sudán en 1917, comenzaron en los años 70 como una disputa por las tierras de pastoreo entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros. Esa tensión se transformó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias árabes Janjaweed (caballeros) lideradas por Alí Kushayb, a las que se acusa de llevar una campaña de limpieza étnica contra tres tribus negras por su apoyo a grupos guerrilleros.

Organizaciones humanitarias calculan que entre 200.000 y 450.000 personas murieron como consecuencia directa de la violencia y que más de 3,5 millones pasan grandes penurias para sobrevivir, entre ellos hasta 2,5 millones que se vieron obligados a abandonar sus hogares.

Muchas veces se describe el conflicto de Darfur como un enfrentamiento entre árabes y negros, o entre el Gobierno y los rebeldes. La situación es en realidad más compleja. De hecho, hubo combates entre grupos étnicos durante años, aunque se han incrementado en buena medida por la competencia por unos recursos naturales cada vez más escasos.

Factores de conflicto

La desertificación en la región ha forzado a las tribus a trasladarse, lo que les ha hecho entrar en contacto, en litigio, con las tribus de otras áreas.

Se estima que hay más de una docena de facciones rebeldes operando en Darfur, pero la mayoría se originaron en dos grupos principales. El Ejército de Liberación de Sudán (SLA, por sus siglas en inglés) fue creado a fines de los años 80 en respuesta a los ataques de las comunidades árabes, apoyadas por el Gobierno, contra campesinos negros.

El Movimiento de Justicia e Igualdad (JEM, por sus siglas en inglés) tiene una raíz diferente. En 1999, Hassan Al Turabi, líder del Frente Nacional Islámico, buscó incorporar al Gobierno a musulmanes negros de Darfur para crearse una base de poder en la región. Cuando fue desplazado del Gobierno, los funcionarios que él había llevado corrieron la misma suerte y formaron el JEM.

El enviado especial del foro mundial, Jan Eliasson, expresa su satisfacción por la aparente aparición de intentos de unidad, aunque algunos líderes rebeldes, como Abdul Wahid (SLA) y Khalil Ibrahim (JEM), continúan persiguiendo sus objetivos particulares. En lo que todas las partes coinciden es en caracterizar como endebles las perspectivas de una paz duradera en Darfur. Aunque quienes huyeron están volviendo lentamente a sus casas, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) considera que el panorama no es tan positivo.

REcursos

El conflicto de Darfur se simplifica como un litigio entre árabes y negros, entre Gobierno y rebeldes. Sin embargo, y aunque en el pasado ya se dieron combates entre grupos étnicos, la virulencia de éstos ha aumentado en buena medida por la competencia por unos recursos naturales cada vez más escasos.

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