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El contrato de Caparrós, «blindado» de facto

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El retiro vacacional otorga cierta distancia. Ayer, en Santander, y a pesar de gozar de grandes ocasiones, el Athletic ofreció una triste imagen de impotencia. No fue la primera de la temporada de un equipo que sólo cuenta con un punto más que la pasada campaña a estas alturas y vuelve a flirtear con el descenso. Caparrós, el entrenador extranjero de perfil medio-bajo al que se encomendó Macua -que ayer bajó a la caseta en un acto más efectista que otra cosa-, continúa sin dar con la tecla, y el calendario más inminente deja un halo de desesperanza evidente. Pero el de Utrera cuenta con un incomprensible contrato de tres años, que no es blindado pero que en la práctica no dista mucho de serlo. Y el técnico sigue sin reparar en que dispone de una plantilla en la que habitan mimbres tan infrautilizados como Muñoz, Prieto, Tiko o Expósito. De hecho, los dos últimos han pasado de comenzar la Liga como titulares -el navarro jugó infiltrado en el Nou Camp- al más puro e inexplicable ostracismo. Mientras tanto, el miércoles llega el Espanyol, todo un hueso, comandado por su magnífico míster, Ernesto Valverde, uno de los nuestros. El gasteiztarra parece no tener techo en los banquillos, mientras otros parecen haberlo tocado en la orilla de Nervión y lo tiene complicado para verlo en la del Ibaizabal.

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