Una caravana de camiones, cargados con 700 toneladas de comida, partió desde el puerto de Mombasa en dirección a los centros asistenciales de Eldoret y Nairobi, para tratar de paliar el hambre de los más de 250.000 desplazados a raíz de los violentos enfrentamientos surgidos tras las elecciones del pasado 27 de diciembre, denunciadas como «fraudulentas» por la oposición y que han provocado ya cerca de 400 muertos.

Los productos básicos escasean, especialmente en las zonas rurales y en las barriadas más pobres. En Kibera, arrabal de Nairobi, numerosas bandas de hambrientos se dedican a asaltar a sus vecinos cundo regresan de hacer compras para robarles las bolsas, que en la mayoría de casos contienen sólo harina, sal y unas pocas verduras.

El convoy pertenece al Programa Mundial de Alimentos (WFP) de la ONU que asiste a la región, ya que Kenia es el centro de distribución para zonas sumidas en la pobreza y el caos, y permitirá alimentar a 35.000 personas durante un mes.

Mientras los camiones atravesaban el país, el líder de la oposición, Raila Odinga, volvió a rechazar la oferta del reelegido presidente, Mwai Kibaki, de formar un Gobierno de unidad nacional e insistió en su disposición a compartir el poder si éste renuncia al cargo y admite su derrota en las urnas. Además, le exige que reconozca la existencia de una grave crisis en el país y que acepte la mediación de la comunidad internacional.

Además del reparto de la ayuda para contrarrestar la crisis humanitaria, ayer se esperaba un impulso a los esfuerzos diplomáticos.